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El título de la película de John Ford, una de las clásicas del Oeste, me lleva al preacuerdo de marras sancionado con un emotivo abrazo ... al que solo le faltó el beso de tornillo con extracción de las respectivas muelas del juicio a lengüetazo limpio. El “western”, de título original “Two rode together”, está protagonizado, como recordarán quienes ya tengan una edad, por James Stewart y Richard Widmark. Uno hace de comisario cínico y el otro de fiel comparsa. No podía faltar la atractiva propietaria del salón que comparte un porcentaje de las ganancias, y puede que alguna cosa más, con el comisario.
Pablo y Pedro, que no son los protagonistas del film pero sí del preacuerdo alcanzado, se han subido al mismo caballo. A uno le corresponderá el papel de duro y al otro el de compañero de viaje. Y de cama (los extraños compañeros de cama que decía Churchill). Esto de la cama me recuerda otra gran secuencia del cine español: “Déjate, déjate, que un hombre en la cama siempre es un hombre en la cama”, le decía Ciges a Resines en la obra maestra de José Luis Cuerda “Amanece que no es poco”. Aunque, como sostenía Marx (Groucho, no el del Capital), lo que verdaderamente hace extraños compañeros de cama es el matrimonio. Sea como fuere, los colchones de la Moncloa no necesitan cambiarse, porque Pablo tiene los suyos prácticamente nuevos en la mansión de la sierra madrileña. Y en el supuesto de que las negociaciones de ambos se prolongaran en las largas noches de sudokus ministeriales –dame y te doy--, siempre habrá una habitación de invitados, tanto en una casa como en la otra, en la que poder dormir tranquilos. Que duerman tranquilos o no los estupefactos españoles es lo de menos.
Hemos llegado a esta situación, entre otras cosas, por las veleidades de niño bonito y caprichoso de Rivera. Espero que algún día sea consciente del daño que ha causado. Porque gracias a él (aunque no sea el único responsable) hemos tenido estos resultados electorales y en consecuencia tendremos gobierno, el más progresista de todos los gobiernos progresistas sobre la progresista faz de la tierra. Como escribiera el gran Lope de Vega, los dos socios “en menos de horas veinticuatro, pasaron de las musas al teatro”. Sorprende tanto progresismo por su insistencia (una docena de veces en un par de minutos de presentación del acuerdo). Al final, acabaremos por asimilar un término al que desde el otro lado del espectro político le colocan el peyorativo de pijoprogre.
¿A quién creer? “No seas incrédulo, sino fiel” le dijo Jesús a Tomás, que no las tenía todas consigo. Lo que no nos aclara el Evangelio de Juan es si Tomás metió el dedo en la llaga o si rehusó el ofrecimiento de hurgar en la herida. Creamos, pues, ya que todos somos hermanos. Y el que sepa rezar, que rece.
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