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En el día de Todos los Santos, que sigue al de Todos los Muertos, la burla a la muerte, más presente que nunca a través ... del importado Halloween acecha a los donjuanes arrepentidos, al estilo de Zorrilla, redimidos y salvados de las llamas del infierno gracias al amor de sus novicias. El primer donjuán, el de Tirso, se abrasa. Ha de ser castigado al ser un clérigo quien lo construye. A partir de ahí, cada cual inventa un donjuán a la medida. Desde el primero, transgresor y rebelde, hasta los zozobrantes de nuestros días, el personaje ha sido penado (Tirso), perdonado (Zorrilla) despojado de sus creencias religiosas (Molière), tratado con humor (Mozart y da Ponte), convertido en “señorita inocente” incapaz de no sucumbir a las conquistas de las mujeres (Byron)... Estos son los cuatro creadores del mito de Don Juan que yo elijo en mi ensayo sobre la relación entre el amor, el desamor, la pérdida y la creación, titulado “Lo que la primavera hace con los cerezos”, que verá la luz el 30 de noviembre. Pero son tantos los escritores, artistas y pensadores que han incluido este personaje en sus obras, desde su creación en 1625, que su categoría universal está a la altura de la del Edipo de Sófocles, el Segismundo de Calderón e incluso del Quijote de Cervantes o el Hamlet de Shakespeare. Según algunos, el mito se encuentra en horas bajas y ya ni siquiera las representaciones del Tenorio gozan de grandes seguidores. ¿A qué se debe esta desafección hacia ese arquetipo que “enamoró” no solo a toda suerte de señoritas, sino a los propios creadores que, tantas veces, tras concebirlo de uno u otro modo en sus obras, lo emularon en sus vidas? La situación de la mujer ya no es la que era en los tiempos de tantos donjuanes. Tampoco su consideración. En el siglo XXI existen no solo damas redentoras, sino mujeres que conquistan al estilo de donjuán. En realidad, la figura de la mujer fatal, presente en la literatura desde 1867 cuando el escritor francés Georges Darien acuña el término de femme fatale es la replica del Don Juan. Su versión femenina. Frente a ella, el donjuán-que tantas transformaciones ha sufrido a lo largo de los siglos y que ha pasado incluso de ser prototipo de la virilidad a gay atormentado, de acosador de mujeres a acosado- se siente desprotegido, sin armas, cercado. Las mujeres ya no tienen miedo a perder la honra, así que la osadía del don Juan no les preocupa. Quizás lo único que temen del personaje es su aversión al compromiso, idéntica a la de tantos varones de los tiempos modernos.
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