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Desde el principio de los tiempos, y desde que la Junta es Junta, hay una consejería señalada como el capricho y el antojo de todos ... los partidos, la de Cultura y Turismo. ¿Cómo no desear un área que básicamente es una expendeduría de fondos públicos sin mayor atisbo de conflicto? Al margen del consabido ‘qué hay de lo mío’, la legislatura se pasa entre fastos, vinos y aplausos. Siendo así la cosa, fue de esperar que Vox no le hiciera ascos a que Cultura fuera una de ‘sus’ consejerías, en la acepción más amplía de la tercera persona del plural del posesivo. Tras el publicitado casting, Vox confío en Gonzalo Santonja, hombre de experiencia acumulada en puestos como la presidencia del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua. A algunos les extrañó, a otros no tanto. En su primera comparecencia en las Cortes ya dio muestras de su talante, casi dos horas de discurso aderezado con citas literarias y una buena dosis de latín, al punto que a algún procurador se le despertó el rosa/rosae de lo más profundo de su memoria adolescente.
Debe ser que entonces el titular de Cultura ya gastó todas las palabras disponibles porque, desde aquel día, su presencia política y mediática está más caracterizada por el mutismo que por la verborrea. Al margen de aquello que huela a tauromaquia, una de sus debilidades, el señor Santonja está desaparecido, cuando una de sus encomiendas es precisamente representar a Castilla y León en actos y eventos. Si le preguntas, es muy posible que la respuesta sea que para ese papel ya cuentan con García Gallardo, el ‘todo-portavoz’ de su formación en el ejecutivo.
En realidad, tengo que especular con la respuesta porque no he podido entrevistar al señor Santonja, me gustaría haberle preguntado por esta y otras cuestiones pero la estrategia política de Vox no incluye conceder entrevistas, se ve que se han saltado el capítulo de responder de su gestión ante los ciudadanos a través de los medios. Ni él ni ninguno. El veto alcanza a todos sus cargos y a casi todos los medios, sólo los ‘muy afines’ se salvan de la lista negra.
Le preguntaría al señor Santonja qué explicación hay a la ausencia de planes para el Facyl, el Festival Internacional de las Artes y la Cultura que se ha evaporado del calendario cultural del otoño salmantino. Parece que todo lo que huela a vanguardia es sinónimo de ‘progre’ y, por lo tanto, susceptible de ser reducido o eliminado. Peligroso asunto ese de equiparar cultura con ideología.
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