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Acaba de comenzar el año Galdós. Don Benito Pérez Galdós falleció el 4 de enero de 1820 dejando a Salamanca en su literatura. En “ ... La Batalla de los Arapiles” aparece la ciudad, Roma la chica, que le explicó y dibujó en el Ateneo de Madrid o un café Ventura Ruiz Aguilera –a quien está dedicada la salmantina Calleja, antaño sede de notables casas de bebidas y comidas—pero en otras obras encontramos “el rico chorizo de Candelario” o “las reses bien cebadas y harinas, que compiten con las extremeñas” o las “razas bovinas de la Sierra de Gredos, Salamanca...” La despensa salmantina era bien conocida en los mercados madrileños y don Benito, hombre exquisito, que disfrutaba de la música o la pintura igual que de la comida. Y la llevó a su obra al estilo de Cervantes, que retrataba a sus personajes también con lo que se ponía en su mesa, y le unió a mujeres aficionadas a la cocina, como Emilia Pardo Bazán, aquella mujer que quiso ser “sopista” en la Salamanca clásica. La gastronomía galdosiana está bien recogida en “La cocina en Galdós”, de José Esteban, publicado en 1992, pero supongo que este año se recuperará ese gusto de Galdós por las cosas del comer, de las que disfrutaría en sus estancias en Salamanca, porque estar estuvo y bien que la prensa de la época se hizo eco de ello, como del éxito de su teatro, que tanto irritó al clero de la época, con Tomás Cámara al frente. Tampoco fue fácil la relación de Unamuno y Galdós, revelada en un homenaje póstumo a Galdós en el Bretón en el que Unamuno traslada una impresión de desprecio a la obra del autor de los “Episodios” que no pasó desapercibida. Al año siguiente de su muerte, Galdós tenía su calle salmantina, una travesía de Canals y Rodríguez San Pedro, hoy Comuneros y Paseo de la Estación, y entre medias Pérez Almeida y General Mola.

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lagacetadesalamanca Don Benito y Salamanca