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Dinamización demográfica

Miércoles, 20 de julio 2022, 05:00

Al parecer nunca estuvimos en ninguna final para albergar la Renault, pero el anuncio de que se emplazaría en Palencia-Valladolid nos dejó doblados. Desde ... aquí se lanzaron señales que hicieron que los salmantinos de entonces se hiciesen ilusiones. Ay, ilusos. Nos quedamos compuestos y sin Renault. Ni siquiera en segundo lugar, como nuestra Verónica Gómez de Liaño en “MásterChef”, que era mi favorita, porque Salamanca nunca estuvo en ninguna quiniela. Aquello dio lugar a curiosas interpretaciones, de paso que nacía un antipucelanismo persistente y alimentado después por otras circunstancias. Por ejemplo, se decía que había mediado la Iglesia, el obispo, concretamente, porque aquella industria traería a Salamanca un rojerío que no casaba con el carácter conservador salmantino. Salamanca era, además, una “fábrica” de clérigos y a eso debíamos dedicarnos, que se nos daba muy bien. Llámelo leyenda negra o qué se yo, pero crecimos con ello. A partir de aquí hemos ido de lamento en lamento, como alma en pena, dispuestos a cantar un fandango, como Rafael Farina, que decía que había que cantar con tristeza. Pues eso. Quejándonos de no tener autovías, cuando otros las tenían desde hacía años o trenes dignos, cuando los “aves” volaban por Andalucía y la Mancha. Y encima, se llevan los “papeles”. No fueron los primeros documentos expoliados. Antes, se llevaron los de nuestros colegios mayores, que eran tesoros que solo recuperamos cuando se invistió a Franco honoris causa. En la Hemeroteca de este centenario diario, sin ningún disimulo, conviven el “honoris” y el regreso documental. No estoy diciendo que haya que emplear la fórmula de nuevo, pero... Lo de Renault no fue la única decepción. Para Salamanca se pensó un centro de confección del “Corte Inglés” y una academia general del Aire, pero no. Ahora ha sido el Centro Nacional de Neurotecnología, con sus cuarenta millones, los que han pasado de largo para quedarse en Madrid. Uno tenía ilusiones y sí, llámeme iluso, porque Pedro Sánchez había dicho no sé qué de descentralizar instituciones, entidades y organismos oficiales. Pues ya ve. A pesar de ser una referencia en el estudio del cerebro nos quedamos sin ese centro, que podría haber encajado aquí perfectamente. Por eso le digo a Alfonso Fernández Mañueco, que cuando vea al presidente del Gobierno le pregunte qué hay de lo nuestro, de esa descentralización para mejorar la demografía. Por cierto, el otro día el BOCYL -leo de todo desde la ola de calor- publicaba la creación del Centro de Dinamización Demográfica de Castilla y León. No me diga que lo de ”dinamización demográfica” no da vidilla a las neuronas: a ver cómo ese centro nos anima a hacer niños. ¿Porque de eso se trata, no? Es esto o importarlos o desplazarlos. Lo normal con estos calores es que la cabeza se resienta y tengamos la mente calenturienta. Pues eso, que también nos hemos quedado sin ese Centro Nacional de Neurotecnología semanas después de un recorte –lo veo así—al Centro Internacional del Español con la creación del Observatorio Global del Español, que, esto sí, se vende como elemento descentralizado ya que tenemos al Instituto Cervantes de observador de cómo va y viene el español por el mundo.

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