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Malos tiempos para los ofertorios tradicionales a las devociones de cada pueblo tan populares estos días. La sequía nos ha dejado casi sin cosecha y ... por lo tanto sin pan, roscas o rosquillas. Las lentejas son del año pasado. Las ovejas y cabras están a la altura de la baratija. Las multinacionales de la leche quieren recibirla gratis. Las vacas y terneras se encuentran en entredicho por el cambio climático. Y ya veremos el vino: entramos en las semanas decisivas de la vendimia. Este sábado hay fiesta del vino con batalla de vino en Sotoserrano, me ha contado su alcalde, Sebastián Requejo, y no sé si estamos para tirarlo. Con el pan no se juega, me decían de niño y creo que, con el vino, tampoco, y menos desde la Última Cena. Vamos a ver, entonces, qué llevamos al ofertorio de la Virgen. Quizás peras, que la temporada viene espléndida. Peras que protagonizan el ritual de su reparto en la ermita armuñesa del Viso igual que protagonizan bodegones desde los tiempos de Santa Teresa de Jesús hasta ahora. Las peras del olmo, de Octavio Paz, y las peras imposibles de sumar con manzanas, según la tesis de Ana Botella. Lo de partir peras casi mejor no lo tocamos porque no hay mucho acuerdo ni entre los académicos.

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