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Aunque los organismos educativos internacionales contemplan en octubre un Día Mundial de los Docentes, mis preferencias se orientan más a la conmemoración del 27 de ... noviembre, Día del Maestro, fecha en la que se honra la memoria y el recuerdo histórico de los docentes por antonomasia, los maestros, aquellos que marcaron nuestras vidas. Antiguamente se aprovechaba la efeméride de san José de Calasanz, pero dudo de que en la actualidad se invoque mucho la figura de quien fundara las Escuelas Pías allá por el siglo XVII. No obstante, son muchas las ciudades que ahora tienen monumentos dedicados al maestro. Zamora es una de las que exhiben una escultura urbana de estas características, y en Salamanca aún se conserva en el vestíbulo de la Facultad de Educación una placa de pizarra que recuerda la Escuela Normal de Maestros, fundada en 1842 en lo que hoy es la Hospedería de la Plaza de Anaya.El hombre no es más que lo que la educación hace de él, señaló Kant con gran acierto. Cervantes nos dice en “El coloquio de los perros” que los maestros son “espejos donde se mira la honestidad, la católica doctrina, la singular prudencia y, finalmente, la humildad profunda”. Los alumnos, por su propia naturaleza, suelen ser desagradecidos en un primer momento. Unamuno sí supo reconocer la labor de quien fuera su maestro, don Sandalio Benito, y así lo expresó en una emotiva carta que le dirigió nada más tomar posesión del rectorado de la Universidad de Salamanca: “Jamás podré olvidar que fue usted... quien me guio en mis primeros pasos por el saber humano... y sacó a la vida del pensamiento”. Porque, como reconoce el flamante rector, el bueno de don Sandalio, ejemplo de abnegación, le enseñó a soñar, a vivir y a sentir, porque un buen maestro enseña a ver, a formular preguntas, a buscar respuestas en esas etapas iniciales de la vida cuando todo es borroso, difuminado, desconcertante. En España, fracasado el modelo republicano de escuela, se pasó a un concepto dogmático, doctrinario, autoritario y restrictivo, y de este a un relativismo excesivo con un concepto tal vez ilusorio de la democratización de la enseñanza. Estamos en unos tiempos en los que, paradójicamente, a medida que aumentan los periodos de escolarización disminuyen los índices de lectura y crecen exponencialmente los de consumo audiovisual. Da la impresión de que los cambios que se operan en los diferentes sistemas educativos siempre van por detrás de las necesidades a las que se supone que han de hacer frente.Por eso creo que en los docentes jóvenes se encuentra el futuro de la profesión, y, lo que es más importante, el futuro de la educación, que es lo mismo que decir el futuro del país. Sería de desear que alguien desde los confortables despachos del Gobierno lo entendiera de una vez por todas.

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