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He podido comprobar este fin de semana el enorme tirón turístico que ejerce el Camino de Hierro para la comarca de Las Arribes. Primero, por la dificultad para encontrar un alojamiento libre durante este pequeño puente y después, por la complicación para reservar una mesa ... en cualquier restaurante de la zona. Estaba todo lleno.
Lo cierto es que esta ruta de 17 kilómetros que discurre entre La Fregeneda y Barca d’Alva, atravesando 20 túneles y 10 espectaculares puentes, bien merece una excursión. Aun con ola de calor.
El boca a boca funciona y la inversión publicitaria de la Diputación también está ayudando a que este impresionante recorrido sea conocido no solo en nuestro país, sino también en Portugal, un semillero turístico digno de tener en cuenta.
Prueba del éxito de esta ruta ha sido que durante su primer año de apertura, más de doscientas personas de media han cubierto este exigente recorrido durante los fines de semana.
El alcalde de Ciudad Rodrigo, que de tonto no tiene un pelo, ya está maquinando para que la localidad que preside sea considerada como “ciudad amiga” del Camino y quiere implicar a la iniciativa privada para lanzar promociones, montar autobuses lanzadera que puedan llevar a los turistas desde Miróbriga hasta la salida de la ruta o trabajar en la difusión conjunta del proyecto. Un tipo que ve las oportunidades al vuelo este Marcos Iglesias, todo hay que decirlo.
Hace unos días, los responsables del Camino de Hierro subieron el precio hasta los 8 euros la entrada general. No puede considerarse una cantidad excesiva si tenemos en cuenta que te dejan un chaleco y una linterna para utilizarla en los túneles y en el importe va incluido el autobús que te devuelve desde el muelle de Vega Terrón hasta la estación de Valdenoguera, caserío donde se inicia este espléndido itinerario con que el que el visitante descubre un hito de la ingeniería ferroviaria de finales del siglo XIX.
Sin embargo, todavía hay que pulir detalles, alguno de ellos importante, como es la señalización de acceso desde la carretera CL-517. No puede ser, después de hacer una millonaria inversión como la que se ha desembolsado, que solo haya un cartel anunciador del Camino de Hierro situado a escasos metros de donde aparece la desviación para tomar el camino de tierra que conduce al comienzo del recorrido. Más de un vehículo se lo salta -lo digo por propia experiencia y por la de mi mejor amigo- y, como ambos llevábamos Google Maps, el navegador nos recalculó la ruta enviándonos por un camino de cabras prácticamente intransitable en el que te puedes dejar los bajos del coche sin problema alguno. Al comentar nuestra desagradable experiencia a los trabajadores del Camino, nos dijeron tres cosas que nos sorprendieron mucho. Por un lado, poco menos que nos echaron la bronca por hacer caso a las indicaciones de San Google (lo que tiene que aguantar uno...) Por otro, que en invierno habían rescatado a más de un turista en ese camino cuando estaba embarrado. Y, por último, que la Junta de Castilla y León era la responsable de colocar más carteles en la carretera y no la Diputación.
Total, que unos por otros, la casa sin barrer. Con lo sencillo que sería colocar un rótulo a 500 metros de la desviación para que los visitantes vayan reduciendo su velocidad y tomen el camino correcto. Y también sería deseable una pancarta (aunque sea hecha a mano) en el camino que marca Google Maps como alternativa en la que se aconseje dar la vuelta y tomar la senda adecuada.
Cubrir bien los huecos en la mayoría de los puentes para quitar el vértigo a los visitantes sería también recomendable. Un par de sencillos detalles para afianzar férreamente esta inigualable oportunidad de riqueza para el pobre Oeste salmantino.
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