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En los últimos días hemos sido testigos de dos trágicos accidentes que se saldaron con la vida de 5 personas. En el primero, en Pedrosillo ... el Ralo, tres mujeres que caminaban por el arcén de la N-620 fueron arrolladas por un vehículo y, en el segundo, dos camioneros perdieron la vida al estrellarse de frente en la carretera que une Macotera con Peñaranda; ambos accidentes ocurridos en rectas de excelente visibilidad y a plena luz del día.
Aunque en estos casos, en honor a la prudencia, siempre se habla de “investigaciones para esclarecer las causas”, lo cierto es que los despistes sobrevuelan los escenarios con independencia de cómo se produjeran estos dos terribles accidentes en nuestras carreteras.
Si leemos el periódico diariamente, comprobaremos que hoy hay muchísimas salidas de la calzada inexplicables en tramos rectos y en autovías maravillosas que, por fortuna, suelen saldarse sólo con daños materiales; salidas de vía -incluidas las de grandes camiones- que obedecen a una sola causa: los despistes. Y, más allá del despiste, al uso que se hace del teléfono al volante, incluida la lectura y el envío constante de “whatsapps”. Si observamos en los semáforos a los conductores de los coches cercanos a nosotros, es ya “natural” ver a gran parte de ellos -incluso nosotros mismos- consultando el móvil o escribiendo mensajes. Un comportamiento que está llenando talleres de chapa y pintura, hospitales... y funerarias. El móvil, actualmente, y diría que más que el alcohol, y desde luego mucho más que la velocidad excesiva, es el mayor factor de riesgo al volante. Nos hemos vuelto locos con el (puto) móvil, esclavos de una tecnología que está desactivando nuestros cerebros, hasta convertiros en bombas rodantes, o en víctimas que pasaban por allí.
Lo que no entiendo es que a estas alturas de “modernidad”, los gobiernos, más allá de sus sanciones y sus leyes penales, no conminen a los fabricantes a desconectar los móviles mientras el vehículo está en marcha. Y quien quiera hablar o enviar mensajitos, que pare. Sí o sí.
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