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Dicen que no hay nada más difícil que desaparecer voluntariamente en el siglo XXI. Más aún hacerlo con dos niñas. Pero lo cierto es que ... hay quien lo consigue. De momento, esta podría ser una de las hipótesis sobre el caso de Tomás Antonio Gimeno y sus dos hijas de uno y seis años, que se desvanecieron, como por arte de magia tras una llamada amenazadora a la ex pareja del adulto y madre de las pequeñas. “No nos verás más”, le dijo. Pero ella no le creyó, porque habían sido muchas las discusiones similares previas y no intuyó que aquella pudiera ser distinta. De hecho, no se preocupó cuando la escuchó en la línea telefónica sino cuando las niñas no llegaron a casa a su hora. Entonces, esa frase determinante, a la que no le había dado mucha importancia, comenzó a repiquetear en su cabeza hasta hacerle llamar a la Policía. Los agentes respondieron activando una investigación de manera inmediata por tierra, mar y aire, en la isla de Tenerife, lugar de desaparición del padre y sus hijas. Así descubrieron que el coche del progenitor se encontraba aparcado en el puerto donde éste tenía una embarcación; la misma que se encontró a la deriva en otro lugar de la costa poco después. También se halló la sillita de bebé de la pequeña de las dos hermanas. A partir de ahí, la inquietud comenzó a agrandarse. En el recuerdo, tantos casos de padres y madres que acaban con la vida de sus hijos, con el único fin de dañar a sus ex parejas.
La historia de Medea. ¿Sería este uno de esos atroces episodios? Mientras se revisaban todos los datos del caso, tal vez por el hecho de que ya se empezó a decir que el padre había sacado una fuerte suma de dinero se comenzó a barajar otra posibilidad: la de que el padre hubiese escapado con las niñas en otro barco -ahora se supone que podría ser un velero-. De ser cierta esta posibilidad -a la que la madre se aferra, porque lo único que desea en estos momentos es que sus hijas estén sanas y salvas-, necesariamente tendrían que existir cómplices de tal fechoría. De momento, ya se ha dado orden de búsqueda internacional. Los agoreros están convencidos de que este hombre que parece de lo más normal (aficionados al deporte y a los kart, con una buena situación económica gracias a los negocios de flores y plantas de la familia en algunos de los cuales él figura como administrador único de las empresas que los operan y sí con una separación y un divorcio y una relación regular con su familia... Un padrazo para unos y un tipo problemático y de difícil relación para otros), puede haber acabado con la vida de sus hijas y haberse suicidado luego. De hecho se despidió no solo de su ex, con esa llamada definitiva, sino también de sus padres y sus amigos. Pero ¿no tendría que haberlo hecho igualmente, si su estrategia fuera que creyeran que los tres estaban muertos para conseguir desaparecer? Sacar dinero, ir al puerto con bolsos y maletas, cargar el móvil, despedirse... Desaparecer en el siglo XXI no es tan fácil. Aparecerán. E intuyo -y espero- que vivos los tres y con alguna otra compañía. Al tiempo.
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