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Vivimos rodeados de chorizos y san-chin-choones; de sinvergüenzas que se aprovechan, sin escrúpulos, de las desgracias ajenas. De personajillos que no han ... dado un palo al agua a lo largo de sus pobres vidas, pero que tienen la repulsiva habilidad de llenar la saca a golpe de influencias, en perjuicio de todos. Es una lástima que toda esta cuadrilla se beneficie, con cierta frecuencia, de la discreta admiración de quienes en ellos ven a auténticos triunfadores que han sabido siempre estar en el lugar más adecuado, en el momento preciso, para hacer saltar la banca.

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