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El domingo pasado, un muchacho homosexual de 20 años y residente en Madrid denunció un ataque “homófobo” y su declaración ante la policía fue, textualmente, ... la siguiente:
“Serían las 17.15 y al llegar a la puerta de mi casa, observo a ocho individuos corriendo hacia mí de frente. Iban de negro, con sudaderas negras y una capucha blanca. Yo abro el portal y ellos entran en el interior. Se me quedan mirando y me dicen “maricón, que eres un maricón, maricón”. Luego se abalanzan sobre mí me ponen contra la pared, me colocan una navaja en el cuello. Entonces me tiran al suelo. Me arrancan la camisa y la gorra y me bajan el pantalón y la ropa interior. Entonces empiezan a rajarme en los dos cachetes del culo y luego me sueltan y salen corriendo. Al llegar llamé a mi novio y le conté lo sucedido. Cuando venía para casa se encontró a una pareja de policías y les contó lo sucedido. Ellos le recomendaron que fuéramos a un centro médico y luego a denunciar a la policía”.
Pero todo era mentira, como el propio denunciante reconoció ante la policía el miércoles 8 de septiembre.
Esta denuncia falsa disparó la defensa de los LGTBI con Pedro Sánchez a la cabeza, que convocó de urgencia la comisión de seguimiento del Plan de Lucha contra los Delitos de Odio.
»Les transmito nuestra máxima condena por los hechos que han acontecido en Madrid por la agresión homófoba que ha sufrido un joven y que merece el máximo reproche social y político de todos nosotros”.
Por su parte, la ministra Irene Montero escribió: “Los ataques contra los LGTBI han crecido en España un 43% en un solo año”. (Una mentira absoluta).
El énfasis que pone esta nueva izquierda en los ataques tanto de homofobia como de malos tratos y asesinatos contra mujeres lo único que consigue es crear una imagen distorsionada y falsa de los españoles, como si fuéramos una caterva de salvajes que perseguimos y matamos homosexuales y mujeres. Sí existen ataques contra ellos y ellas, pero mucho menos que en países tan civilizados como Suecia, Noruega o Francia. Datos que estos denunciantes consiguen ocultar para que no aparezcan jamás en los medios. Por otro lado, están consiguiendo que la presunción de inocencia consagrada en la Constitución desaparezca de las leyes. Un ejemplo: si una mujer denuncia a su pareja (hombre) por malos tratos, antes de que la denuncia se sustancie en sede judicial, pierde todos los derechos sobre sus hijos. Para más inri, la Justicia española apenas persigue las denuncias falsas.
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