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Aunque ya no esté en edad de ello, me duele la barriga de tanta tontería y voy a pedir la baja indefinida como mujer, antes ... de que el mundo comience a verme como una de esas ridículas féminas españolas a las que va a dárseles el derecho de incapacitarse, desde el minuto cero del primer retortijón menstrual y a costa de los presupuestos generales del Estado.
La tribu de Irene Montero se ha empeñado en hacer de nosotras, las mujeres, seres demasiado equis-equis que comienzan a escamar; biologías en conflicto periódico y un colectivo zumbón e impertinente en la vida social y laboral. Personalmente creo que esto poco ayuda a la política de igualdad de género y nos desvía de los mejores valores con que debemos defender nuestros derechos: fortaleza, intuición, sensibilidad, capacidad organizativa y de trabajo, responsabilidad... Personalmente también, y en esto coincido con Nadia Calviño, la vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos, la normativa que plantea el borrador sobre las bajas por dolor menstrual, nos estigmatiza y discrimina.
Avanzar en derechos no es declararse ‘en regla’, tal como quiere hacernos ver esta lechigada de la Montero y compañía. Avanzar en derechos es formar parte de la normalidad social, sin renunciar al sexo y sin complejos. Avanzar en derechos es tener idénticas oportunidades de sueldo y de trabajo, por ley de méritos y no por ley de paridad. Avanzar en derechos es poder participar y estar en el entramado del mundo como se es, con la personalidad y diferencias lógicas (y biológicas) entre hombres y mujeres, y sin empoderarse a la brava, por eso de que lo decidan las ingenieras de este feminismo totalitario y exacerbado, que quiere hacer de los hombres unos pobrecillos pavitontos y gandumbazas.
Ángela Rodríguez, secretaria de Estado de Igualdad y una de las “péritas” de este invento de ley menstrual (entrecomillo y marco adrede la tilde para que no pase desapercibida mi ironía) ha declarado satisfecha que la normativa en ciernes «despertará la admiración de todos los países del mundo». Alguien debería decirle a esta mujer que llevamos unos pocos años levantando ‘ohhhhhhhs’ superlativos desde allá donde nos miren. Pero más que por deslumbrar, por causar pasmo y dar pena. A estas alturas de la película del siglo, tener la menstruación, el mes, el periodo, la regla o como cada uno quiera llamarla, no es un sambenito que señale, ni tabú que en España haya que silenciar, como señala la vicaria de doña Irene. No vivimos en cavernas, señora, y el dolor de regla se arregla con una consulta a tiempo y sin listas de espera.
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