De El Dorado a la chatarra

Veo aquella España, con un ideal y una obsesión con su destino, y veo la actual, y me desmayo: ¿de dónde hemos salido? Aun así algunos, asesinos en serie y suicidas varios, andan juzgando y condenando sin saber, asfixiando nuestra memoria, manipulando La Historia ante el silencio cómplice de la Universidad española y sus “historiadores”, posiblemente hijos casi todos ellos de la endogamia y el corporativismo.

De este modo llego a “El Dorado” un tiovivo de 103 años que han desmontado en un ferial de Tokio para dar paso a un parque temático de Harry Potter. Adiós caballitos y adiós melancolía. Lo clavó la película: nadie hablará de nosotros cuando hayamos muerto...

Y por todo lo anterior, el fin de la ilusión, estamos donde estamos: dirigidos por incompetentes que apenas saben hablar, que apenas han cultivado sus mentes, gripadas a la primera de cambio, en la primera clase, ante el primer libro. Su mejor idea es la intoxicación y el revuelo constantes y, justo por eso, son incapaces de hacer nada para rebajar el azote del coronavirus. Nadie al timón. No hace falta ser un lince para darse cuenta que estamos en manos de charlatanes, da igual que se llamen Pedro, que Pablo, que Verónica, que Simón, que Cuca, que Cuchi-Cuchi. De buscar El Dorado, a simple chatarra moral y neuronal. Es lo que hay y ahí tienen ustedes el Parlamento.