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En este “puente-acueducto” en el que estamos inmersos, para unos “puente de la Constitución” y para otros “puente de la Inmaculada” como verán hasta ... para el ocio estamos divididos, además de ir y venir, salir y entrar, comprar y esconder regalos, podemos aprovechar para hacer alguna que otra reflexión. Esta semana hemos tenido noticias sobre un tema muy importante que, al saltar a la palestra junto a otros de gran difusión como la cumbre del clima o los pactos para poder formar un gobierno y no volver a tener otras elecciones, se ha visto disuelto entre la amalgama de noticias aún siendo de vital importancia para las personas.
Para nadie es desconocido el debate al que se nos está “obligando” a participar en esta sociedad, sobre cómo hemos de terminar nuestra existencia. Desde hace unos años parece que las personas debemos decidir sobre cómo y cuándo morir... haciendo de este aspecto “vital” otra bandera política que pretende hacer del hecho más íntimo de la vida, una cuestión para llevarnos del ronzal a una ley en la que se legislará algo en lo que el ser humano, para una gran mayoría, no debería intervenir.
Ante semejante debate cada vez más caliente y con una sociedad cada vez más anestesiada y más preocupada por el planeta que por su propio devenir, el pasado miércoles, los obispos españoles han pedido que se “elimine el dolor, no a las personas”. La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha presentado este miércoles “Sembradores de esperanza”, un documento de 70 páginas que contrapone los cuidados paliativos a la eutanasia, como una alternativa para “acoger, proteger y acompañar en la etapa final de esta vida”.
La propuesta de los obispos llega unas semanas después de que PSOE y Unidas Podemos incluyeran una ley de eutanasia como uno de los puntos clave en su posible Gobierno de coalición. “Hay mucha gente que dice: ‘No quiero vivir así’. Tenemos que resolver el ‘así’ y para eso antes hay que estudiar cuál es”.
Este ojo que observa esta maravilla de Campo Charro, edén del mundo, se queda extasiado mirando las centenarias encinas y se pregunta: si hacemos lo indecible por mantenerlas en pie, luchamos como titanes para que el terrible y gran capricornio, el Cerambyx cerdo, no las destruya y cuando enfermas las cuidamos para no cortarlas y así no destruirlas, pues somos conscientes de que son elementos indispensables de nuestro ecosistema ¿qué queremos hacer con nuestras vidas? Y me viene a la memoria una película que jamás he podido olvidar y que vi en mi niñez como ciencia ficción y que en breve, de seguir así, va a convertirse en una realidad. Me refiero a “Cuando el destino nos alcance” (título original en inglés: Soylent Green) es una película estadounidense de 1973, dirigida por Richard Fleischer, protagonizada por Charlton Heston, Edward G. Robinson y Leigh Taylor-Young en los papeles principales y basada en la novela ¡Hagan sitio!, ¡hagan sitio! (1966), de Harry Harrison. Podrían verla.
Ahhh, cuando regresemos a la ciudad estará ya iluminada de Navidad, esperanza.
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