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Aunque los padres de los alumnos no lo tengan tan claro contemplando ciertas fotografías donde se aprecian aglomeraciones por los pasillos, dice el señor rector ... que no hay ningún problema en asistir a clases presenciales o a hacer exámenes en nuestra Universidad porque las aulas son segurísimas. Si alguien se contagia, será lejos de ese búnker que es el campus, al parecer completamente inmunizado y esterilizado.
Dice la Asociación de Empresarios de Hostelería que, pese a aceptar con resignación tanto toque de queda y cierre de bares, cafeterías, restaurantes o discotecas periódicamente propuestas por nuestras autoridades, que las medidas le parecen desproporcionadas e injustas pues no está comprobado que los contagios se produzcan a orilla de sus barras.
Dicen los encargados de los gimnasios que no solo están lejísimos de constituir un posible foco de contagio como sugieren nuestras autoridades, sino que además todos los estudios médicos e inmunológicos recomiendan encarecidamente hacer deporte, sobre todo después de haber pasado por el singular trance del Covid-19.
Aunque el señor Obispo de Salamanca es más cauto (tal vez desde ese día que resultó contagiado), dice el arzobispo de Valladolid que las medidas de prevención que se están adoptando frente al Covid limitando el aforo en iglesias y otros templos de culto le producen perplejidad porque el comportamiento de prevención e higiene llevado a cabo por sacerdotes y laicos bajo las cúpulas es sagrado y va a misa.
Dicen hasta mis colegas músicos, y obviamente también se me ha escapado a mí alguna vez, que la Cultura es segura y que no hay datos que nos confirmen que, tomando las debidas precauciones, manteniendo discretos aforos y lavándonos mil veces las manos, debieran suspenderse los maravillosos espectáculos programados.
Pero tal vez sea hora de irlo admitiendo escuchando el testimonio de enfermos y sanitarios. El virus sigue ahí, al acecho, creciéndose cuando lo negamos. No lo vemos, pero, en efecto, se sienta en los pupitres de los colegios y en los taburetes de las cafeterías. Se lleva una pasta en las casas de apuestas y hace acto de contrición en las capillas. Toma el autobús y pide una entrada de cine. Levanta pesas en los gimnasios y se pasea con chulería por los centros comerciales. Quiéranse mucho y pongan todas las declaraciones en cuarentena. Cuidado con los espacios cerrados.
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