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No siempre las fusiones salen bien. Tenemos alguna experiencia en Salamanca. Así que ahora que Francisco Igea habla de fusiones de municipios es preciso ... tentarse la ropa por si acaso; será en la próxima legislatura, ha dicho, y ha puesto el nivel en las localidades de cinco mil habitantes, que en el caso de la provincia de Salamanca son escasas. La capital supera los cien mil; por encima de los diez mil hay tres municipios; y entre cinco y diez mil habitantes tenemos, de momento, tres. Y digo de momento porque la demografía ya sabe cómo carbura. O sea, que tenemos a prácticamente todos los pueblos de la provincia preguntándose qué hay de lo mío, es decir, de mi futuro. Un porvenir que podría ser en un pueblo sin ayuntamiento ni servicios. Muy fuerte.
En todo hay oportunidad, dicen los optimistas, y habrá quien le pregunte a Igea si será posible elegir con quién fusionarse. ¿Mi pueblo puede fusionarse con, pongamos, Benidorm, que tiene playas? Tienen elección ahora que se habla de elecciones. Lo dejo ahí por si alguien cuela una enmienda a la futura ley. Pero, insisto, aun nos duele alguna fusión, que buscando músculo nos dejó en el pellejo.
Lo que toca ahora es pensar en las fiestas. Salamaq se inaugura mañana, con la mirada puesta en lo sostenible, al igual que la Feria de Día de los hosteleros, que ha proscrito el huevo de los pinchos. Me dice Álvaro Juanes, presidente de los hosteleros, que ya estaba pensado antes de todos los sucesos que han venido después relacionados con la alimentación. Los tiempos están cambiando y esto sirve también para los envases: se impone el vidrio y llevar los cascos de las bebidas a las tiendas, como entonces. Lo antiguo resulta ser lo más moderno. Estoy seguro de que esto le hará mucha gracia a mi amigo Juan Simoes, un alto responsable de YMCA, que hace unos días me contaba que celebraron en Londres el 175º aniversario de YMCA, y fue invitada e intervino María Fernanda Espinosa, actual presidenta de la Asamblea General de la ONU, que nació casualmente en Salamanca allá por 1964 cuando sus padres estaban aquí de paso. Ha sido canciller ecuatoriana, es poeta y defensora de muchas causas relacionadas con la migración o la mujer. Deja su cargo este mes. Para todo lo demás, la Wiki.
Así pues, este año no hay huevos en la Feria de Día, ni rotos, ni cocidos, o fritos, ni batidos para tortilla. Lástima. Los huevos fritos, por ejemplo, están en el arte —Velázquez o Dalí— pero también en la literatura: Clarín, la Pardo Bazán, Pérez Galdós...Richard Ford, viajero por España, los describió como algo “doméstico y humilde” en “Gathering from Spain”. Los huevos nos hacían mayores –cuando seas padre comerás huevos, se decía—y eran fuente de inspiración: Antonio Civantos en “La cocina sentimental” proclamó que un huevo frito es el as de oros en un plato. Daremos la razón a Josep Pla, que dijo que la decadencia de los huevos fritos en la Península era una mala noticia. Si hay una fusión que sí funciona es la del huevo y la patata —por ejemplo, la tortilla de patata— o la de los huevos fritos con patatas fritas, pimientos fritos y unas lonchas de jamón. Ramona, del Hotel de Cuatro Calzadas, los prepara de maravilla. La pena es que anuncian el final del verano.
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