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Las cuarentenas de ahora ya no son como las de antes. Durante las pestes de siglos anteriores, hemos tenido constancia de testimonios más o menos ... terroríficos acerca de los procedimientos para atajar contagios o, en su caso, aislar a los apestados. En las pandemias era habitual sellar las ciudades y, dentro de ellas, los barrios. Al frente de cada distrito se colocaba un responsable, digamos, municipal, con plenos poderes, y se apostaban guardianes en cada calle. Nadie podía salir de las casas. El funcionario las cerraba desde fuera y custodiaba la llave. Los habitantes se las apañaban por su cuenta con los suministros y provisiones. Disponían de una especie de conducto autorizado por donde se introducía en las viviendas la cantidad correspondiente de pan y vino. El resto de los alimentos se subían en una cesta mediante polea. Solo se permitía salir a la calle en circunstancias excepcionales, debidamente justificadas y bajo supervisión oficial. De cuando en cuando se pasaba lista desde el exterior y los moradores asomaban a ventanas para demostrar que seguían vivos y se encontraban libres del zarpazo del mal. La disciplina era de lo más estricta. Así se evitaban los contagios, o al menos se aminoraban sus efectos. Una vez concluida la cuarentena, las llaves volvían a sus dueños y la vida tornaba a la normalidad.

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lagacetadesalamanca Cuarentenas y cuarentena