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No sabemos cuándo vamos a ser vacunados ni cuando fusilados. Así como Illa guarda bajo siete llaves el calendario exacto de vacunaciones, los espadones ... guardan el suyo en la armería. A quiénes se fusilará primero es un misterio. No lo sé. Ignoro si iré al paredón antes o después de quienes ostentan cargos públicos, desafinan al cantar, suspenden a media clase, son unos chapuceros en lo suyo o entre medias. Me parece poco profesional, la verdad, que con todos los antecedentes de pronunciamientos que desde el siglo XIX hasta ahora se han producido en España, no se haya detallado un plan. Lean a Galdós, que los fue novelando en sus “Episodios Nacionales”. Hablamos de 26 millones de ciudadanos cuya eliminación, dicen los espadones del chat, salvará a España de la ruina, que no es poca cosa. No es la primera vez que para salvar a España es preciso pasar por las armas a unos cuantos. Si bien 26 millones, coño, me parece mucha gente, un abuso. En un meme esta semana aparecía Miguel Gila con su teléfono preguntando si venían ellos a fusilarnos o teníamos que ir nosotros a algún lugar. Porque la vacuna sabemos que nos la pondrán en los centros de salud, lo que me ha hecho recordar que en mi infancia iban al cole a vacunarnos y aquello era un jolgorio monumental. En fin, que, así como ahora preguntamos cuándo te toca la vacuna, por el empeño de algunos podríamos hacer lo propio con el fusilamiento. ¿A ti, cuándo te toca?
Como tengo un gran respeto por la profesión de militar desearía que de soldados a generales se persiguiese a gorrazos a quienes tienen la idea de fusilar a 26 millones de conciudadanos para salvar al país, de paso que me pregunto en qué manos han estado nuestros ejércitos recientemente. Otro misterio como los de Torres Villarroel, los que atesora nuestra Jason Asensio en sus páginas, o como el de entender qué es un allegado. Hoy sabemos que el concejal Ricardo Ortiz era un allegado de un partido y hoy lo es de un grupo independiente en el Concejo. Me pregunto cuántos allegados hay en la política: ¿será Ayuso allegada en su partido y terminará por eclipsar a su jefe? Es lo que se comenta en los bares recién abiertos y donde todo se sabe. También me pregunto cómo es una cabalgata estática: ¿vamos a verla o viene ella a vernos? Hasta en los belenes se mueven las figuras de los Reyes Magos hacia el portal. Y reclamo que alguien ejerza de Carolina Herrera en el género masculino para decirnos si debemos llevar o no el pelo largo más allá de los cuarenta, o vaqueros. Vivimos desorientados. Es tan rara la Navidad de este año que no sé si veré “Love Actually” o pasaré directamente a ponerme la camiseta que una multinacional de la moda acaba de sacar inspirada en la película.
Se ha desvelado el chat de los espadones en la semana previa a la fiesta de la Constitución. La que ellos prometieron defender. Y ya ve. Una Constitución cuyo monumento, obra de José Luis Coomonte, anda lejos de su plaza y tiene de vecino a aquel “Genio de la Ciudad” del escultor Fernando Mayoral, que fue arrancado de la recién nacida Plaza del Caudillo (todo un ejemplo para estos espadones), que es hoy la de la Constitución, y llevado al Comedor Universitario en la Vaguada de la Palma. Para colmo, la “Náyade” de Agustín Casillas, que ocupó su lugar, fue cambiada por otra de bronce. Si quiera por incordiar y hacer méritos de cara a mi fusilamiento -quiero ser fusilado con fundamento- reclamo un monumento constitucional para la Plaza de la Constitución. Feliz fiesta de la Constitución, lectores, y ya veremos cuándo nos toca.
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