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Hoy no hablaré de coronavirus y pandemia, por mucho que aceche esa nueva variante sudafricana, llamada Omicron, que nos tiene a todos en alerta y ... con los miedos renovados de cara a la Navidad. Es verdad que nos reuniremos de nuevo y otra vez se acrecentarán los riesgos, pero con Omicron o sin ella, la situación no es ni parecida a la del año pasado, si revisamos cifras de hospitales y fallecidos. Las que no cambian, por desgracia, las que se mantienen casi estables sin que se pueda presumir de grandes logros frente a ellas, son las que tiene que ver con el cáncer. Con los cánceres, que los hay de todo tipo y a cada cual peor. Es verdad que hemos avanzado, que las expectativas de sobrevivir a la enfermedad han crecido, que parece que existe la posibilidad de cronificar al mal y convivir con él, pero... nos sigue matando tanto que continua siendo aterrador. Llevo décadas contestando a la pregunta de “¿cuál es la información que más te gustaría dar?” con la misma respuesta: que el cáncer se cura, por completo. Como una gripe. Y sí, ya sé sabe que las gripes también matan. Pero de otro modo. Como sabemos que también mata la angustia y hasta la obesidad, pero que las herramientas que existen contra ellas parecen súper poderes, comparadas con las que tenemos para combatir al cáncer. La última muestra del poderío del cáncer ha sido arrebatarle la vida, a los 61 años, a Almudena Grandes. La grandísima escritora, defensora de los perdedores y de los supervivientes, se encontró frente al cáncer como cualquiera: sorprendida y desprotegida. Incluso es posible que se preguntara qué había hecho mal. ¿Habré comido mal, dormido mal, fumado de más etc, etc? Como me dijo un día María Blasco, la directora del CNIO, más allá de la genética o los hábitos está el “te ha tocado”. Y ya está. Lo que no está es que, dependiendo del poder adquisitivo o del lugar en el que te encuentres de España, puede ser que te salves o no. Así de crudo lo certifican algunos médicos: no se trata igual el cáncer en toda nuestra geografía. Ni con la misma diligencia. Y de ella -sobre todo de un diagnóstico certero y precoz- dependen las posibilidades de éxito frente a ese gigante malvado que mata infinitamente más que el coronovirus, y que, aunque se diga lo contrario, sí tiene que ver con las clases sociales, porque asesina con mucha más presteza en los lugares con menos recursos. Tal vez por eso nos sorprende más que en este mundo nuestro, avanzado y desarrollado, una persona de primera línea como la admirada Almudena Grandes solo pueda presentarle batalla al cáncer durante un año... Pero es que, además de todo, o antes o después, están la suerte y el destino que determinan nuestras vidas y que todos querrían que nos libraran del coronavirus... pero mucho más del cáncer.
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