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LA cuaresma, ese tiempo de restricciones carnales, según la doctrina de la Iglesia, eleva el consumo de bacalao, informaba ayer LA GACETA, justo ahora, cuando ... se dirime quién corta el bacalao en la Junta y en el Gobierno. El bacalao fresco y el salado. A éste le describía Julio Camba como “momia pisciforme” y con ello se ajustaba bastante a la realidad, que era injusta, como siempre, porque junto al mar la cuaresma se pasaba con mariscos y merluzas frescas, y aquí, en el oeste del oeste interior, era con las resecas bacaladas y el ingenio de las cocineras. Y los barriles de escabeche. Ni “Paco”, “Graciliano”, “Marcos” o ”Fausto Oria”, referencias de ultramarinos, han llegado a nuestros días, pero tenemos los mercados donde hacer despensa para la cuaresma y sus viernes “potajeros” con bacalao con tomate o al ajo arriero, que son dos clásicos de nuestra cocina, o migado en el potaje. Siete recetas de bacalao incluye nuestra añorada Marta Sánchez Marcos en su “Almanaque de cocina tradicional”, entre ellas el bacalao a la “Bejarana”, que recogen los hermanos Sánchez Paso en su “Burlas y veras en la gastronomía bejarana”. Cerca de Béjar, en Fuentebuena, Florencia González, en la cocina de su mesón, escribió un recetario con otras siete, tantas como piernas tiene la cuaresmera, y entre ellas un bacalao relleno (con lonchas de jamón), nada cuaresmal. Pero no es cuaresma todo el año. También en Béjar, Aveli Serrano alumbró su histórico “Cien guisos populares salmantinos” con un clásico bacalao con tomate. Y tres recetas del pez pueden leerse en “Delicias charras” de Elisa Núñez. Dejo para otra ocasión –la cuaresma es larga—el recetario del cocinero colegial Domingo Hernández de Maceras.

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