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Puede que sea casualidad y que las circunstancias hayan obligado a que el pleno municipal de esta mañana se celebre en el Palacio de Congresos, ... pero hoy, precisamente... El tres de julio de 1992 –¡aquel 92 salmantino!—se inauguraba el Palacio de Congresos diseñado por Juan Navarro Baldeweg e impulsado por Jesús Málaga tras fraguar la idea en octubre de 1983, con la alcaldía recién estrenada. Todo -o casi todo- viene en sus memorias, así que no voy a destriparlas. Las obras se comenzaron en marzo de 1988, así que fueron cuatro años de trabajos, viendo, por ejemplo, cómo se alzaba poco a poco la famosa y espectacular cúpula de baldaquino. Lo hacía sobre el recuerdo del Colegio de Oviedo, alojamiento de Diego de Covarruvias y donde Domingo Hernández de Maceras guisó su famoso “Libro del Arte de Cozina”. Venerables piedras talladas por los Churriguera, que los franceses usaron para defenderse de Wellington, que recibió de Fernando VII parte de su biblioteca, confiscada a José Bonaparte, alias Pepe Botella, en Vitoria, cuando huía con el botín de la ocupación. Lo narra en un episodio Benito Pérez Galdós. El Palacio acogió de todo, congresos, exposiciones, ferias, conciertos, graduaciones... que fueron a menos con el equipamiento cultural del mágico “2002”, año maravilloso que se inauguró en este recinto que acoge un pleno municipal, como algo inédito en su biografía. Solo por la efemérides merecería el Palacio de Congresos un poco de atención por parte de los concejales que se reúnen en él, como en un Oratorio de San Felipe, donde se celebraron las Cortes de Cádiz bajo la dirección de Muñoz Torrero, como en un congreso municipal.

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