Conejillos de indias

Así que ya veremos qué tal nos comportamos correteando por la jaula sometidos a sus santas voluntades y si aguantamos impertérritos el chaparrón o comenzamos a desarrollar sorprendentes y extraordinarias patologías. Lo que está claro es que a partir de los meses venideros, nuestros nuevos gobernantes comenzarán a inyectarnos en vena las correspondientes dosis con las que tratarán eliminar de nuestro organismo ciertos derechos adquiridos, entre otras cosas, esas normativas que defendían la memoria histórica o ciertas políticas que auxiliaban a la mujer maltratada ante la recurrente violencia machista o determinados mecanismos que amparaban a esos inmigrantes que a su juicio no lleguen ordenados, sea lo que sea lo que esto signifique que aún está por aclarar.

Querámoslo o no, nos ha tocado en suerte ser los primeros en probar este curioso ensayo gubernativo que puede salir tan bien como nos prometen los investigadores de uno y otro partido, pero también como el rosario de la aurora y devolvernos en un periquete a las épocas más oscuras de ese pasado en blanco y negro que contemplamos en algunos documentales. Ya saben aquella España recién salida del franquismo que se extasiaba en el ruedo ante los saltos de rana de El Cordobés, en los cuadriláteros ante el mazo de Urtain, en las salas de cine ante la persecución de suecas por parte de López Vázquez, o en casa escuchando en la radio las canciones de Manolo Escobar o los consejos de Elena Francis, mientras soñaba con equipararse a esos países europeos que disfrutaban de las libertades y la modernidad aquí negadas. Ojo, que detrás de las cristaleras del laboratorio nos observa el resto de españoles y según nos vaya puede que el experimento se vaya trasladando a otras comunidades en próximas elecciones autonómicas e incluso hasta puede ser que al gobierno central si le hacemos caso a las encuestas que comienzan a circular.