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Recuerdo hace muchos años, en un viaje con mis padres a Egipto, que me sorprendió que los taxis por El Cairo de noche no encendían ... las luces. Como mucho, como un alarde, daban ráfagas por las calles estrechas, no fuera a ser que viniera otro coche de frente. Su teoría era (no sé si lo siguen haciendo) que así gastaban menos la batería del coche.
Hasta yo, que no tengo carnet de conducir (pero ya me queda menos, eh), sé que la medida, pese a ser muy aparatosa, efectiva, lo que se dice efectiva, no es.
Y ahora nuestras ciudades, nuestros negocios, tienen que apagar las luces y, dentro de ellos, no podremos estar a menos de 27 grados. ¿Van a ser medidas realmente efectivas? Pues no lo sé, pero es que tampoco creo que nos vayan a dejar saberlo, porque si de algo se caracteriza este Gobierno es de tener la transparencia de la brea. Pero la ley en España se cumple, porque ya se sabe que, según para quién, si no le gustan mis principios tengo otros.
Entiendo la quejas de comerciantes y hosteleros, sectores a los que los últimos años no hacen más que ponerles palos en las ruedas, pero ¿nadie ha pensado que la oscuridad es un aliado para el crimen y el desobedecimiento de la ley? Salamanca es una de las ciudades más seguras de España, la cuarta si no recuerdo mal, pero no todas las ciudades españolas ni todos los barrios lo son. En su día Montero (aspirante a sexo en Nueva York, que se conformó con sexo en Galapagar) decía aquello de “sola y borracha quiero llegar a casa”. Aparte del tema de normalizar el alcoholismo en la mujer, tema con el que habría que tener más cuidado, coincido con la idea de que todas, y todos, podamos llegar a casa seguros. Pero, por desgracia, sola y a oscuras surgen más dudas. Creo que habría que pensar muy seriamente sobre este tema que, me temo, no se ha tenido en consideración.
El plantear medidas cortoplacistas, tremendistas, de hoy para ayer y vaya usted a saber mañana, es la línea de actuación de este Gobierno desde hace años. Sánchez nos quita las luces porque piensa que no las tenemos y no quiere que veamos la verdad. Nos distrae como un trilero mirando la bolita mientras nos la cuela por otro lado. Y a mí me preocupa que, entre tanto apagón forzado, el único que pueda ver la luz sea Griñán vía indulto. No olvidemos que el Gobierno ya lo ha hecho.
Supongo que podré salir a mi terraza más allá de las diez y encender la luz. Entiendo que puedo poner el aire a 24 grados cuando me esté derritiendo, pero quién sabe.
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