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Con la excusa de la desinformación

Jueves, 12 de noviembre 2020, 04:00

Que al vicepresidente segundo -y pareja (o parejo) de la ministra de Igualdad- le gustan los medios de comunicación más que a un tonto un ... lápiz, no es novedad. El republicano de Vallecas con residencia en Galapagar forjó su popularidad en los platós de televisión. Se curtió en pequeños canales locales e independientes donde hizo sus primeros pinitos y se familiarizó con el medio. Antes había estudiado algunos cursos en el Instituto de RTVE para aprender las nociones básicas de comunicación. Después saltó a los canales nacionales donde se lo rifaban en las tertulias. Era salir Iglesias y dispararse las audiencias. Y con ellas, los ingresos por publicidad. Y ahí no importaba lo que dijera o dijese. Ahí lo único que se miraban los empresarios de la cosa era la cuenta de resultados y el crecimiento de su beneficio a costa de convertir a un sofista en una figura prometedora en quien confiar el destino de un país en tiempos convulsos de indignación contra los políticos dedicados a rescatar bancos y a desahuciar personas. Pero de eso, ay, ya no nos acordamos. Ni siquiera han pasado diez años.

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