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Entre la fauna playera española, digna de un tratado de sociología de pasta dura y letras doradas, hay un paisano que me fascina. Lo veo ... verano tras verano con su uniforme blanco, como esperando en la calle Estafeta pero vestido a lo colegial, y espero con ansiedad que su voz se rompa por infinitésima vez: ¡Se venden sultanas de coco! Un soniquete reconfortante que sabe a rutina en medio de un mundo que se nos ha vuelto más loco todavía.

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lagacetadesalamanca Cómpreme una sultana