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Hace unos años, mientras Salamanca disfrutaba de sus fiestas patronales, un grupo de personas se manifestaba pacíficamente con gritos y pancartas contra la tortura y ... la explotación de los animales en los circos. No lo hacían repartiendo octavillas por las terrazas de la Plaza Mayor, sino echándole huevos en el propio recinto ferial, frente al gran circo “Holiday”, que ese año presentaba, con todas las bulas institucionales, un espectáculo con tigres, focas marinas y hasta pingüinos.
Aunque apenas si se distinguía entre la algarabía de los megáfonos de los feriantes y la maquinaria de las atracciones, lo reivindicado, de pronto comenzaron a salir por una esquina de la carpa una plantilla de maromos de reluciente músculo, prolijamente tatuado y curtido en el consuetudinario gimnasio de la carga y descarga ambulante. La paliza fue tan tremenda y desigual, que todos aquellos que en aquel momento guardaban cola para sacar entrada en el circo, se llevaban asustados las manos a la cabeza, ante la previa de un espectáculo extra no contemplado en programa. Dudo muchísimo que, aunque el tigre posteriormente se merendase a algún espectador, algún otro número presenciado en aquella sesión les haya dejado más poso que lo contemplado fuera.
Efectivamente, los domadores del circo, más entrenados en refriegas y contiendas por sus estrechas relaciones con todo tipo de animales salvajes y silvestres, tras dejar K. O. a los animalistas, desaparecieron discreta y armoniosamente bajo el caparazón de la carpa, en un visto y no visto, dejando tras sí, un devastador paisaje de malheridos activistas que se preguntaban unos a otros, si habían sobrevivido y en qué condiciones, como si les hubieran atacado una bandada de búfalos.
Mi hija y yo, que salíamos defraudados de la Mansión del Terror y contemplamos en primera fila el espeluznante show, comprendimos de golpe que no hay terror más heavy y desmesurado que el que pueda ofrecernos la vida real y cotidiana. Y absolutamente gratis.
Dicen que este año en Salamanca por primera vez en muchos años no habrá circo con animales. Iba siendo hora. Desde aquí quisiera mandar mi recuerdo y agradecimiento a todos aquellos que venían luchando por ello, desde aquellos tiempos en que nuestros alcaldes promocionaban el circo, como Tarzán de los monos, subiéndose a lomos de los elefantes.
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