Como la vida misma

La carta, el agua para los camellos, una copita para los Reyes, un turrón, incluso, o sea, lo importante. Que esto es una vez al año. Una vez al año, que es una eternidad cuando uno es chico, aunque después pasa rápido. A veces demasiado deprisa. Como la vida misma. Mariano Casas, archivero catedralicio, y por ello una de las personas que más saben de la Catedral explica que en ella se repite tantas veces la escena de la Epifanía porque es una metáfora de la propia vida: uno va siguiendo una estrella hasta el final, cuando descubre que al término del camino hay un niño. Pero qué Niño, oiga. La escena anda por vidrieras, cuadros, pinturas murales y sobre todo sepulcros, cada una en su estilo, que es el del tiempo en el que se hicieron.

No es mala propuesta darse una vuelta catedralicia descubriendo a sus mágicas majestades o simplemente plantarse en la portada que mira al oeste, a la calle de Calderón de la Barca, donde están plantados y tallados los Reyes Magos adorando al Niño en un portal de piedra de Villamayor.

Espero que, igual que Jesús tuvo su oro, mirra e incienso, los casi cinco mil niños salmantinos que precisan del Ingreso Mínimo Vital tengan también el regalo de Reyes. Sería injusto que no fuera así.

La escena pétrea catedralicia de la Epifanía es formidable y solemne vista desde esa entrada de Calderón de la Barca, que preside el balcón rectoral con la parra pelada por el invierno, esperando otra primavera y otra vendimia otoñal para recordar los versos de Unamuno. La Ofrenda a don Miguel el último día de 2022 fue magnífica con Sayagués, Nuria Galache y Carlos Vicente evocando aquella relación del filósofo y la monja mística que atravesó siglos. Se recordó el doctorado honoris causa de Teresa de Jesús, cuyo aniversario se ha celebrado este año, como se celebrará el centenario de la muerte de Bretón y el del nacimiento de Rafael Farina o Venancio Blanco. Quizá alguien recuerde el bicentenario de Martín Sánchez Allú, extraordinario pianista, compositor y profesor de piano. Fue del coro de la Catedral y organista de esta. Estuve en la ofrenda vecinal a Tomás Bretón y volví a pensar que derribar un teatro es un golpe a la civilización, aquí o en Mariupol. Qué bien sonó la música de don Tomás junto a su casa y qué ricas las castañas que se regalaron al final del acto. Supongo que este año el 2 de junio habrá que ir hasta la escultura de Rafael Farina, obra de Agustín Casillas, a hacerle una ofrenda coincidiendo con el centenario de su nacimiento en Martinamor. La escultura mira a un Barrio Chino ausente que el niño Rafael se pateó de cabo a rabo. Cien años habría cumplido también Venancio Blanco este próximo 13 de marzo. Se quedó cerca. Tampoco llegó a los cien Salvador Sánchez-Terán, que ya se habrá puesto al día con Alberto Estella, Jesús Esperabé de Arteaga o Adolfo Suárez, entre otros. La Estación de Autobuses de Salamanca se habría hecho finalmente, pero con su intervención todo fue más rápido. Se venía hablando de ella desde hacía varias décadas y nada, que no había forma, que había paradas de coches de línea aquí y allá y no había manera de hacer una central de autobuses. Él la inauguró.

También una de las estaciones de tren contemporáneas allá por los setenta, y la Escuela Nacional de Aeronáutica cuando había rumores de que Matacán iba a volar. Fue un paisano que se preocupó siempre por los suyos.

Es el tiempo de los Reyes Magos. Que nada nos inquiete ni nos turbe. Concentrémonos en la magia de Melchor, Gaspar y Baltasar, y crucemos los dedos para que no se acuerden de las picias que hemos cometido. Y si lo hacen, que no las tengan en cuenta.