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Unas cien ciudades han firmado el propósito de hacerse “climáticamente neutrales” al inicio de la próxima década (iniciativa Cities2030) para acelerar la neutralidad energética y ... ecológica de las ciudades europeas y españolas. La reunión terminó con una declaración rubricada por Madrid junto a Barcelona, Sevilla y Valencia, por la cual las capitales españolas se comprometen a ser neutras en emisiones en 2030.
En el caso de Madrid, los objetivos son reducir en un 65 % las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 respecto a 1990 y alcanzar la neutralidad climática en el año 2050.
En ese acuerdo también se lee lo siguiente:
»El desarrollo sostenible es aquel desarrollo capaz de satisfacer las necesidades actuales sin comprometer los recursos, es decir, un modelo que use de forma eficiente los recursos disponibles en el presente sin afectar negativamente a su existencia en el futuro. Se trata de la reconciliación entre el bienestar económico, medioambiental y social.
¡Qué bonito! Como si fuera tan fácil alcanzar tales objetivos. Y es que el papel lo aguanta todo, en especial las buenas intenciones, esas de las cuales está empedrado el infierno.
Además, “la gestión energética incluye la generación, el transporte, la distribución, y el almacenamiento y consumo del mismo. Se busca, cada vez más, obtener una gestión energética eficiente, no contaminante, segura y resiliente. La energía dentro de la ciudad se utiliza, por ejemplo, para el transporte, la climatización, la iluminación, la motorización y los diferentes tipos de electrodomésticos, electrónica de consumo, etc.”.
Y, ya se sabe, las ciudades inteligentes interconectan las áreas de gobernanza, economía, movilidad, medio ambiente, energía, sanidad, seguridad, etc. en una plataforma única de gestión para prestar nuevos y mejores servicios.
Todo un dechado, y uno tiene la impresión de que esa ideología buenista es inalcanzable. Un muestra de ello: “los movimientos que se realizan en las ciudades pueden ser no motorizadas, como peatonal, mediante bicicleta, patinete, patines, etc. o motorizadas en moto, coche, furgoneta, tráiler, autobús, tranvía, metro, etc.”. Y yo me pregunto: ¿y qué?
Yo, que vivo en Madrid y soporto lo que esa política significa y significará en el futuro, tengo que plantearme salir del centro de esta villa para huir de las persecuciones que primero la izquierda y ahora el centro derecha nos infligen, impidiendo salir y entrar del centro ni siquiera en taxi, aun cuando éstos emitan cero gramos de CO2.
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