Charros, sofá y “take away”

Tati y yo respondíamos a la invitación personal de Luis para ver la muestra y, sobre todo, la obra “Los charros”, compuesta por una “Charra” y un “Tamborilero”, y que durante tres décadas presidió la entrada del complejo “Las Torres”, en la antigua carretera de Madrid. Ahora, la familia Nieto ha cedido la obra para disfrute -y recuerdo en muchos casos- de propios y extraños en esta exposición “Alma Charra”, alma que movió siempre el espíritu creativo del artista de Matilla de los Caños. “Los charros” resurgen de la oscuridad y el silencio de un almacén para recuperar de nuevo el brillo y las sombras de sus formas, a caballo entre la tradición, el bronce rotundo y sobrio, y una imaginación casi psicodélica del artista. Venancio Blanco siempre es motivo de ser visitado una y otra vez, siempre entre la tierra y el cielo, entre el hombre y Dios.

Pero además de la exposición en sí, visitar Santo Domingo es un placer para los sentidos, no digamos en estos días del junio charro, en pleno flirteo con el verano y con los caracoles echando carreras por los caminos.

La sala expositiva es una joyita, pero su jardín es un oasis en esta Salamanca granítica que odia el verde. Y un oasis además con vistas a esa Salamanca de postal. Sin embargo, en una mañana deliciosa, nadie parecía en la ciudad interesado ni en Venancio Blanco ni en un rinconcito para perderse. Todo un regalo para nosotros y para la pareja de Zamora que nos hizo la foto de la postal: éramos la España despoblada de paseo por la contradicción entre el total desinterés y las apariencias culturales. Y es que somos sofá y “take away”.