Charlatanes en la plaza del mercado

Hubo una “charlatana” vendedora de la “Pomada que todo lo cura” y que para llamar la atención utilizaba como parafernalia la compañía de un mono que hacía piruetas sobre sus hombros, unas pieles de reptil en el cuello y otro pequeño reptil vivo entre los dedos de la mano. El “atlas” que exhibía con repugnantes figuras era una muestra de los milagros que efectuaba su pomada milagrosa, sanadora de todo mal. La dichosa pomada era de un tono verdoso contenida en una cajita de madera y la “charlatana” no se cansaba de repetir el disco de lo milagrosa que era.

Otro charlatán vendía el remedio para toda clase de dolores. Esto que le vendo vale más que un billete de 1.000 pesetas. Si siente dolor y coloca el billete en la zona dolorida ¿a que no se lo alivia? Si se lleva estas hierbas por solo 3 reales, al tomarlas en una infusión podrá eliminar todas las molestias.

En Salamanca el más conocido y célebre fue Palao, (nada que ver con Julián Palau “El Charlatán del Val”) avecindado en la ciudad, de bonita voz, en los últimos tiempos amplificada por mor de los inventos, que primeramente situó su tenderete en la acera próxima a la calle Hovo Hambre, luego se pasó a la cercana al Pozo Amarillo y acabó en la que circunda el Mercado, frente a los soportales del Pabellón Real de la Plaza.

Era el rey vendiendo todo tipo de baratijas y sacaba de sus desvencijadas maletas carteras de auténtica piel de Ubrique y billeteras de búfalo, brochas, maquinillas y hojas de afeitar, cadenas de oro alemán, leontinas, por supuesto de oro de ley y pulseras de brillantes, relojes suizos de no sé cuantos rubíes y zafiros, plumas fuente (estilográficas) o bolígrafos, que eran el futuro del progreso.

Coincidió algún tiempo en esta ubicación al lado de otro más joven y bastante calvo que, además de ejercer como charlatán, cantaba las melodías de moda acompañado de unas maracas y vendiendo los folletos de los sones interpretados.

En Ferias visitaban la ciudad los más afamados charlatanes, destacando por su asiduidad en los años veinte y treinta el vallisoletano León Salvador, “El Manchao” (por los rastros que dejaron en su rostro las viruelas infantiles), hombre elegante tocado con sombrero bombín y en ocasiones con boina, considerado el mejor “charlatán” de todos los tiempos, que en el atrezzo de sus intervenciones tenía como fondo una enorme pancarta de tela donde se leía en grandes caracteres: “El más popular de España” y en un determinado momento posterior le añadió: “Con sus famosas hojillas PIELES ROJAS”, que fabricaban en exclusiva para él y que le hicieron millonario, aunque desgraciadamente el juego se llevó sus ganancias y murió de repente en Bilbao en 1949, en la más absoluta miseria.

Siguió sus pasos en las principales Ferias el que había sido su ayudante y discípulo muchos años, Joaquín García, “Quinito de Badajó”, que también visitó Salamanca.

Entre los actuales charlatanes se encuentra Alfonso Asenjo “El Salmantino”, actor formado en Madrid en los años 70, partícipe en montajes del Centro Dramático Nacional y ganador en 2014 del Concurso que se viene celebrando en Orihuela en plazuela de “Ramonet”, Ramón Gambín Martínez, charlatán oriolano, Ganador del Concurso Nacional de Charlatanes y fundador del Concurso, fallecido en 2007 con 87 años. Llegó a vender “La Manga” en 1983.