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La izquierda española, esa izquierda radical perdida en una orgía de resentimiento y estupidez, ha hecho suya la célebre canción de los AC/DC para llevarnos a todos los españoles al infierno por una carretera de miseria, intolerancia y totalitarismo.
Y están en ello, pues la ignorancia es atrevida y el odio su keroseno, los dos ingredientes que alimentan a este numeroso grupo salvaje de comunistas, populistas y ecologistas de salón. Y como en “Highway To Hell”, no hay quien les pare: “...no conocen las señales de stop ni los límites de velocidad, nadie les va a retrasar”..., canta la brutal izquierda española en su gran festival de vudú y sacrificios humanos: ¡abajo la sociedad, arriba el pensamiento único!
Y que echen a Amancio Ortega a los leones, por “usurero y antipatriota”, remata esa marioneta del mal morado llamada Ione Belarra, ministra, ¡ministra! Que sí, que lo sé: les aseguro que esa tía es ministra del Gobierno. Así estamos, en manos de Belarras. Highway to hell total. Y sin frenos.
Aunque no es ninguna novedad en mis postulados, no puedo con ellos, con estos radicales de izquierdas que nos han cogido a todos de rehenes; imposible comprenderles, imposible sobrevivir en esta España enferma de tontería y maldad, tomada por el chismorreo, el verdadero opio del pueblo, y abandonada por la inteligencia.
Lo dijera o no Millán-Astray en la Universidad de Salamanca en 1936, ese horrible y espeluznante “muera la inteligencia” es hoy todo un estandarte del “sanchismo” y de los podemitas en busca de su ideal: una sociedad de descerebrados. El gulag mental: todo por el pueblo, pero sin el pueblo.
Lo que no me explico, pues ni se esconden ni se callan, es que aún les queden adeptos más allá de los estómagos agradecidos que hay en toda casta política, y el Congreso de los Diputados es un buen zoo de ejemplares.
Sus intenciones, anunciadas diariamente urbi et orbi a través de sus muchos medios afines -y bien pagados- no pueden ser más obscenas y escandalosas.
Antes te reías de las ocurrencias del planeta Frankenstein, hoy espera cualquier cosa. ¿Veinte mil euros al cumplir los 18 años? Viva Las Vegas: 20.000 euros que te caen, o hacen como que te caen. Lo que sea por comprar voluntades y cerebros. Lo que sea. Empezaron destruyendo la educación y han acabado anulando las voluntades. Un descerebrado, un voto. Pisan a fondo en la carretera al infierno. Y nos vamos a matar.
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