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El último premio Planeta lo obtuvo Carmen Mola, que en realidad es un trío de varones especializado en guiones para series. Profesionales de alto nivel, ... pero a mí sus novelas con firma de Mola no me gustan nada. Pues bien, cuando se descubrió que el seudónimo femenino ocultaba el nombre de los tres varones las feministas de turno montaron el clásico pollo.
En el campo estrictamente literario y en el último suplemento de cultura de El País, Babelia (5-III-2022) —donde aparecen todas las semanas críticas de libros literarios— son citados once libros escritos por mujeres, frente a dos escritos por varones. Una tasa de igualdad difícil de entender.
De hecho, las editoriales españolas están en su mayoría dirigidas por mujeres que, al parecer, han abandonado cualquier sistema de selección objetivo para inclinarse por el sexo (perdón, por el género) y, para decirlo todo, no solo por el género, también por la nacionalidad, dando preferencia a la literatura latinoamericana.
En fin, que el feminismo, que antaño buscaba –con toda la fuerza y toda la razón- la igualdad entre hombres y mujeres hoy ya no está en eso. No diré todo el feminismo, pero sí la parte más gritona y gubernamental.
Lo mostraba hace días una tal Eliane Brum, que escribió (y publicó) lo siguiente: Se mire como se mire, la guerra de Ucrania la impulsan hombres blancos y sus valores patriarcales, al frente de un mundo configurado por la economía del carbono [...], el edificio de valores construido en torno a símbolos masculinos de potencia. Esta es otra guerra de hombres blancos aferrados al pasado mientras el futuro de las generaciones humanas del planeta —y las nacionalidades poco importan— está condenado un poco más cada día.
¿Es esta señora una imbécil? Yo creo que sí. Y no está sola. Hay entre esta gente ideológicamente desviada muchas que creen que la biología no existe, que no hay diferencias en ese campo que influyen —y de qué manera— en los comportamientos de hombres y mujeres. Pero hay más. Ese nuevo feminismo se cree a pies juntillas que las relaciones entre hombres y mujeres responden a un solo concepto que lo explica todo: el heteropatriarcado, una forma que reduce a nada las complejas relaciones entre dos seres humanos... y las mujeres y los hombres, se pongan como se pongan las feministas radicales, somos todos seres humanos.
El último 8 de marzo, día de la mujer, el feminismo español mostró en público su división. Parece, pues, que el sentido común y la lucha por la igualdad están volviendo. ¡Ojalá sea así!
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