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Actualmente en España residen 3.411.428 latinoamericanos. De ellos, 1.624.807 ya tienen la nacionalidad española y son mayores de edad. Además, pueden solicitar la ciudadanía española después de dos años de residencia en España, mientras que para los inmigrantes de otras nacionalidades son necesarios diez años de residencia.

La Ley de Memoria Democrática estableció el derecho a obtener la nacionalidad española a un amplio número de ciudadanos descendientes de víctimas de la Guerra Civil y la dictadura posterior. La norma da derecho a «los nacidos fuera de España de padre o madre, abuelo o abuela, que originariamente hubieran sido españoles, y que, como consecuencia de haber sufrido exilio por razones políticas, ideológicas o de creencia o de orientación e identidad sexual, hubieran perdido o renunciado a la nacionalidad española», y para los hijos e hijas nacidos en el exterior de mujeres españolas que perdieron su nacionalidad por casarse con extranjeros antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1978». En los últimos meses los consulados españoles se han visto desbordados en Latinoamérica, pues fue allí donde más personas se refugiaron como consecuencia de la guerra civil (1936-1939). Argentina encabeza el número de peticiones, con 6.791 registros. Le sigue Cuba, con 4.041. Después México, con 3.358 entre Distrito Federal y Monterrey. En la Venezuela de Maduro, 1.766 personas han pedido el pasaporte español, y en Santiago de Chile, 815. Hay 1.631.000 habitantes en Latinoamérica que tienen derecho al voto en España, cuando en 2005 eran 349.000. Parece evidente que esos nuevos españoles no pierden nada metiéndose en el censo electoral, y hacen bien en hacerlo. Pero, ¿qué pueden saber de lo que ocurre en la sociedad española? ¿No sería mejor que votemos sólo los que sí nos vemos afectados por la política dentro de España? Una de esas personas, Carolina Bustamante, que trabaja en España desde 2021, opina que para los inmigrantes “es difícil votar porque cuentan con muy pocos referentes” en las listas y se queja de las políticas sanitarias en Madrid. Otro caso muy distinto es el de Carlos Rangel, venezolano que admite haber votado «variopinto» en el pasado: desde Ciudadanos hasta Vox. Ése es el arco en el que se mueve porque tiene claro a quién no va a votar: “Los gobiernos de izquierdas han destrozado mi país. Nunca votaré a Podemos”.

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lagacetadesalamanca Cambios en el censo electoral