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No, no me refiero a la maruja que, por cierto, estamos en temporada y creo que tenemos un plato que todo el mundo debería conocer ... y disfrutar, sobre todo dos amigas veganas que trato de convencer para visitar nuestra ciudad con este manjar. El estómago siempre ha ayudado a convencer a la gente. Hablo de pequeñas pistas que nos van diciendo que lo peor ha pasado. Que siempre que llueve, escampa. Que el sol brillará mañana. Cosillas que pueden parecer insignificantes, pero que nos sacan una sonrisa necesaria. Que ya es Navidad.
Da gusto ver el Pozo de los Humos, ver cómo el agua cae con fuerza, cómo el vapor producido al romper contra las rocas nos empaña la vista. Y parece que los pantanos se van recuperando porque Santa Teresa ya ha superado el 80% de su capacidad y va a abrir sus compuertas. Podremos ver al Tormes súper vitaminado y mineralizado. Vale que llevamos unos días que salir a la calle ha sido un fastidio. Aquellos que me insultaban desde los balcones en el confinamiento por pura envidia al verme salir con el perro, les querría yo ver tres veces al día en el parque, con barro hasta las cejas y un constipado en proceso. Hay gente para todo. Por desgracia.
Y no solo ha sido eso, también ha habido otra noticia que me ha llamado la atención y me ha dado esperanza. Doscientas personas mayores han podido disfrutar en el Multiusos de una tarde animada de bailes. Los mayores han sido los más vulnerables, los más afectados, los más castigados por la pandemia. Pues ya pueden bailar, que se lo merecen. Y es verdad que alguna mascarilla aún se veía, pero no por eso han dejado de acudir, que es lo importante.
Y encabezando y compartiendo con todos ellos estaba nuestro dúo dinámico (por los temas que se tocaron, esta comparación viene muy a cuento), las personas que dirigen y gestionan nuestro Ayuntamiento. Cada uno en su papel, cada uno en su estilo, pero los dos a la altura de las circunstancias. Carlos desde el escenario demostrando cariño, sensatez y apoyo y Ana en la pista con su cercanía y espontaneidad. Éxito.
Vale, es verdad que son cosas pequeñas, son solo brotes verdes, pero los hay, los vemos, los tenemos delante y tenemos que saber mirarlos y disfrutarlos. No sé tú, pero yo ya me estoy metiendo en este espíritu navideño positivo. Puede que me haya mordido un reno y esté mutando en Papá Noel (aunque he perdido la barriga), incluso puede que todo esto se me pase cuando llegue el siete de enero, con su cuesta, su frío y sus propósitos de año nuevo. Pero a lo mejor no.
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