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Todo hace aguas en las vísperas del Día Internacional del Agua. La advertencia de los idus de marzo va a resultar cierta, tanto como el ... hecho de que ahora mismo a Alfonso Fernández Mañueco y Francisco Igea, nos le llega la camisa al cuerpo a unas horas del debate de la moción de censura presentada por Luis Tudanca y agitada por una “ciudadana” salmantina con nombre de cantante de copla, María Montero, que ha tomado la puerta de salida y se teme que no sea la única. Desde lo de Murcia no para de moverse el suelo político y la política lo ocupa todo, desde las conversaciones del sanedrín del desayuno hasta la visita a esa procesión estática que forma la muestra “Procesión”, que busca la permanencia en nuestro recuerdo de la Semana Santa, en cuyas vísperas también nos encontramos.
El Palacio de Congresos y plenos municipales ha resucitado por unos días con esta exposición un poco tétrica, según algunos conocidos, y sin alma, me permito añadir. Este año, sin procesiones tampoco, la “Pasión” se reduce al llamado pórtico cultural, que esta tarde tiene su cita en “El poeta ante la Cruz”, en la Catedral, coincidiendo con el Día de la Poesía y la recién estrenada primavera, y mañana con la presentación de la revista “Christus”, un clásico de las fechas que aporta cierta normalidad al momento. Uno se aficionó a la poesía escuchando a Serrat, Jarcha, Paco Ibáñez, Aguaviva, Rosa León, Nuevo Mester de Juglaría... en aquellos años. Cantaban poemas de otros, pero acabaron cantando los suyos propios y terminamos enganchados a Luis Eduardo Aute o Luis Pastor, por ejemplo. Todo era poesía, “poesía para el pobre, poesía necesaria, como el pan de cada día”, escribió Gabriel Celaya y cantó Ibáñez, cuando la poesía era un arma cargada de futuro y en este no cabía una pandemia. Salamanca ha sido (Fray Luis, Unamuno o Núñez) y es (Colinas, Pérez o González Iglesias) espacio poético en todos los sentidos y no hay día sin sus versos: Raúl Vacas acaba de presentar una antología y prepara la furgoneta para llevar poesía a los pueblos, como los juglares de entonces. Entre mis contemporáneos, Quini Sánchez y Tlaloc, Manuel Díaz Luis, los Tronco Seco...
Así pues, la política está en todo y todo está entre batido y agitado, como esos vodka-martini que pide James Bond –“shaken, non stirred”: batido no revuelto), cuando se anuncia una nueva ola de contagios y un terremoto con las declaraciones de Rocío Carrasco, que atenuarán el seísmo de la ruptura de Sara e Íker, dos asuntos para esquivar esa invasión extensa e intensa de la vida por la política, cuyo refugio en Salamanca vuelve a ser la cultura: anoche Ana Torrent y Alicia Borrachero, en el Liceo, y en los próximos días Miguel Rellán, Secun de la Rosa, María Castro o Miguel Hermoso, y sobre todo nuestros Miguel Ángel Luengo, Manuel Bartolomé, Claudia Machado, Nayra Calvo, Patricia Sánchez, Elena Davidson, Carlos Vicente, Juanjo Nieto... que es gente de nuestra escena, con mucho talento y mucha necesidad de pisar tablas de nuevo. Y hay música, también, para ponerle banda sonora al momento y a “Procesión”. Se hace rara una procesión estática con música de Pasión, me ha advertido Arturo Díaz, veterano semanasantero, y más en estos momentos en los que todo se mueve, pero el esfuerzo y el gesto están ahí para descubrir finalmente que no hay una Semana Santa sino miles y que cada uno llevamos una procesión por dentro.
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