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EL histriónico Abel Caballero, alcalde de Vigo, acaba de inaugurar la Navidad planetaria con el encendido de la iluminación municipal navideña. No existe para ... él ni el encendido del árbol del Rockefeller Center, ni la canción navideña de Mariah Carey, ni tampoco –y para mí es lo más importante—la llegada de las turroneras de La Alberca a los portales de la Plaza del Mercado. Los de San Antonio. Ahí comienza nuestra Navidad. Hay fotografías que muestran la fila de mesas y turroneras (y turroneros) albercanos mirando a la calle del Pozo Amarillo, pero desde hace décadas las he visto en los portales, con la romana dispuesta a pesar la roca de turrón de su pueblo partida con hacha, como picadores de mina, y envuelto en papel de periódico. La tableta llegó más tarde, igual que las variantes de esa turronera fantástica, señora de fogones, que es Mari Luz Lorenzo. Si el Padre Hoyos la hubiese conocido la habría incluido en su historia de La Alberca como algo peculiar. Clásicas de esos portales son, por ejemplo, las Mancebo, Paqui y Toñi Mancebo, cuya abuela podría ser la turronera esculpida enfrente. Creo que la obra es de Gonzalo Coello Campos y fue un encargo para homenajear al comercio tradicional. Una vez instaladas las turroneras, bien pertrechadas del frío, comienza el despliegue de rastrillos, recuperados, por fin, y ya se pueden chiscar los arcos navideños, las estrellas de las rotondas y el campanazo que este año ocupa la Plaza Mayor y fascinaría al “campanero” Joselito, el niño ruiseñor. Espero que sobreviva a la Nochevieja Universitaria, como María de la O al Terremoto de Lisboa, si finalmente se realiza la anticipada nochevieja a la vista de las cifras pandémicas.

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