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ANDAMOS últimamente tan divididos, crispados y enemistados que hasta la mismísima iglesia católica, romana y apostólica, antaño tan unida y compacta, atrincherada en la defensa ... de sus esencias más tradicionales, hoy pareciera definitivamente condenada a aceptar en su seno a dos bandos contrapuestos e irreconciliables. Son dos formaciones bien diferenciadas para que los fieles más beligerantes puedan marcar su correspondiente territorio y elegir la bandera que mejor se adapta a su sensibilidad, espiritualidad y forma de pensar y sentir, antes de lanzarse a despellejar a aquel próximo que en su día había que amar aproximadamente como a nosotros mismos.

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