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Teodoro quiere ser el Álvarez Cascos del siglo XXI, el general secretario que tenía Aznar cuando llegó a la Presidencia del PP tras la refundación ... y después a La Moncloa. Pero Álvarez Cascos, que después degeneró y creó un nuevo partido político, Foro Asturias, donde está siendo investigado, era un personaje temido y respetado al mismo tiempo. Ningún diputado ni ningún presidente autonómico o provincial se atrevía a llevarle la contraria.
Sin embargo, a Teodoro, Teo para los amigos, se lo toman a “pitorreo”. Todo el mundo sabe que es el que filtra a los medios, el de los chascarrillos y el que mantiene la tensión con Isabel Díaz Ayuso que está poniendo entre las cuerdas las buenas perspectivas en intención de voto del PP. Los bloqueos en las redes, las convocatorias paralelas con alcaldes y todas esas lindezas que suelta a través de plumas afines, tienen sello propio. ¿Cómo se le van a escapar esos pequeños detalles a todo un experimentado Miguel Ángel Rodríguez?
El afiliado de a pie está que trina con el lanzador de pipos de aceituna. A Egea es al que culpan de esta guerra estéril, que no hace más que desgastar al centro-derecha y a la que Pablo Casado no puede o no quiere poner fin, porque para ello le tendría que cortar la cabeza a su mano derecha, al autor de que el partido se esté convirtiendo en un nido de conspiraciones.
No soy de las que han idolatrado a Isabel Díaz Ayuso como el que adula a un ídolo de masas sin un ápice de censura. He sido crítica con actuaciones y declaraciones suyas, especialmente cuando afirmó que se hubiera ido del partido si hubiera salido Soraya Sáenz de Santamaría, pero en el asunto de la candidatura a presidir el PP de Madrid, que lleva en manos de una gestora desde que tuvo que dimitir Cristina Cifuentes, tiene toda la razón y además opino que el congreso se debe hacer cuanto antes.
El que debe callarse para hacer un favor al Partido Popular es el secretario general: cerrar el pico en público y dejar de enredar en privado para no enfangar más una situación con la que el PSOE se está frotando las manos.
Quiera o no quiera Casado o haga lo que haga el “bufón” que lleva dentro Teodoro García Egea, todo el que en estos momentos esté en contra de Isabel Díaz Ayuso no tiene futuro, porque los votantes, como han demostrado en las últimas elecciones autonómicas, están con ella. Casado y Egea son prescindibles.
El líder subestimó a Díaz Ayuso, pensó que Teo la sabría manejar a su antojo como una marioneta. Se equivocó, como se equivocó eligiendo a Cayetana Álvarez de Toledo como portavoz parlamentaria. No porque no fuera brillante intelectualmente, que lo es, sino porque si había criticado públicamente y sin piedad a un presidente del partido como Mariano Rajoy, no iba a tener más benevolencia con el sustituto por ser más joven y más guapo.
Cayetana ha actuado, como cabía esperar, sin misericordia, pero a Casado ya le habían advertido de cómo iba a acabar la relación. Álvarez de Toledo es brillante, pero tiene cero empatía para negociar y una soberbia que la aleja de lo que debe ser un político, al fin y a la postre un servidor público de todos los ciudadanos, incluidos los que no piensan como ella.
Casado se equivocó con Ayuso y erró con Álvarez de Toledo y se vuelve a equivocar ahora si no sacrifica a quien es el responsable de los enfrentamientos internos en el seno del PP. Tenía razón la presidenta madrileña cuando este fin de semana le recomendó a Moreno Bonilla que volara libre. Él, igual que el resto de presidentes autonómicos, saben que Egea, supongo que con el beneplácito de Casado, no ha hecho otra cosa que inmiscuirse en la vida del partido para enfangarlo, para enfrentarlo y para contribuir a su destrucción.
No hay duda, si hay que elegir, me quedo con Ayuso.
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