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Estoy con las tunas femeninas y las defenderé a capa, espada y cuchara. La cuchara que llevaban sus antepasados –únicamente varones—lista para cuando cayese ... la sopa boba, el bodrio conventual con el que saciar el hambre lobuna de los estudiantes, que no sabe de género. Por eso sopistas o chofistas, que eran los que buscaban los bofes en los mataderos. Sopones, como aquellos de Torres Villarroel, que hoy viajarían en Blablacar. Sopones de cuchara y aceituna, según la clasificación de Roberto Martínez del Río, documentados en su museo virtual (por ahora) del estudiante. Gallofos, goliardos y gorrones se asocian también al género de tuno. Y de tuna. Mi amiga Paz San Sebastián tenía tirria a los tunos e interpretaba una obra con Mendiguchía, Vicente y otros que se titulaba “Antes muerto que tuno”. Nunca entendí su inquina a la tuna. Hoy vive en Italia, cerca de Milán. Aquí se rodó una de las películas más lamentables del cine español,”Tuno negro”, y no hay foto de autoridad, desde Lady Di a Juan Carlos y Sofía, eméritos, que no tenga su tuna al lado cuando visitaban Salamanca. Antes eran mozos bigardos y hoy también son chicas con unas ganas de divertirse que no se imagina y una más que asumida igualdad plena. Y no las bajará de ahí. Bien. Anoche me rondó la tuna femenina de la Universidad. Lo hace de vez en cuando y yo me dejo, como no podía ser de otra manera. Eso sí, no las acompaño de ronda, no podría. Ni debo. Lo que pasa en la ronda, se queda en la ronda.

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lagacetadesalamanca ¡Aúpa, tuna!