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TANTO marear (marearnos) la perdiz, para acabar pactando sobre la campana el acuerdo político natural, y subrayo natural: el acordado el jueves por el PP, ... la fuerza más votada en las pasadas elecciones regionales, con Vox, el aliado natural, y subrayo natural. Un acuerdo, además, que calca con buen criterio el que firmó Mañueco con Ciudadanos la pasada legislatura. Y Vox, como muy bien dicen los de Abascal, no iba a ser menos que el cuasi desaparecido partido de Igea.
Mañueco no lo sabe, pues bastante tiene con defender su posición de líder como gestor autonómico y como barón dentro de la tormenta perfecta de un PP aún de incierto futuro, pero tiene una ocasión de oro para cumplir con Castilla y León y con su propia autoestima. La única manera de derribar al Gobierno de Pedro Sánchez -sostenido recuerdo una vez más por la ultraizquierda, el naZionalismo y el terrorismo- pasa solamente por una coalición sólida entre PP y Vox por mucho que les disguste a los “sociatas” del Partido Popular, que son muchos, tontos y timoratos. Y el acuerdo de Gobierno PP-Vox en Castilla y León es una gran oportunidad de medir varias cosas: básicamente si Vox es un partido serio, responsable y con hechuras de poder -con esta entrada en el Gobierno de Mañueco se le acaba la cómoda coartada de criticar-, y si la derecha tiene el futuro que merece y que la ciudadanía necesita.
Mañueco no lo sabe, pero tiene en sus manos el tacto dulce de la Historia, pudiendo derribar él solito la mentira como argumento, los fantasmas como tesis, y la pobreza como arma de control masivo; es decir, el salmantino tiene en sus manos acabar con el estigma de que todos los que estamos fuera del pensamiento único somos “fachas”, y acabar sobre todo con la estúpida superioridad moral de la izquierda y cuya principal víctima ha sido el Partido Popular mismo.
Dice Feijóo que la culpa de que el PP haya pactado con Vox es del PSOE, y Feijóo se equivoca. ¿Estamos ante otro Rajoy, otro Casado? ¿Seguimos en el “y tú más”, en las políticas de pusilánimes acomplejados? Que no, Feijóo: pactar con Vox no es pecado, no hay que avergonzarse por ello, es lo natural, y subrayo natural. Si tenemos en cuenta que el 95 por ciento de los votantes de Vox son ex votantes fieles que fueron del PP, no es inteligente insultar a tu base ideológica.
Estamos en recomponer España, y visto el mundo, en recomponer un exhausto Occidente. Aunque aquí no caen bombas, estamos en una guerra en la que los enemigos son muchos y todos malos. Mañueco, toma nota: como aquella serie televisiva, audacia es el juego.
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