Secciones
Destacamos
El acto de toma de posesión de Isabel Díaz Ayuso como presidenta de la Comunidad de Madrid podría leerse como una victoria social (y casi ... sin siglas políticas) del bien sobre el mal; un acicate también, para regresar a la confianza de un mundo sin pandemia, pero no hay que fantasear. Oficialmente, al “caballero oscuro” de Moncloa le quedan dos años de colchón para seguir soñando traiciones a España, y al “bicho”, exóticas mutaciones que exigirán vacunas y revacunas antes de que podamos declararnos supervivientes y gritar que estamos a salvo. Así que, por mucho optimismo que pongamos al “desenmascaramiento”, por mucho compango de postín que le echemos a la olla, Satanás y los tufos del infierno siguen en el aire.
La vuelta de las gentes a las calles, el levantamiento de la obligatoriedad de la mascarilla, la llegada del mismo verano, me ha llevado a observar mi alrededor no sé si con engañosa complacencia, no sé si con infantil curiosidad, no sé si con exagerado recelo. Regresamos de un tiempo en el que hemos tenido demasiado tiempo (valga la redundancia) para pensar, y, ni nosotros, ni nuestros pueblos y ciudades son ya los mismos. Muchas son las secuelas sociales, psicológicas y económicas a las que nos enfrentamos. ¿Quién abrirá de nuevo las trapas de los cientos de comercios vacíos? ¿Quién restituirá los símbolos y valores institucionales, la paz social que Pedro Sánchez ha incinerado en sus consejos de ministros? ¿Quién viajará a Cataluña creyendo que aquella es también su tierra y casa? ¡Cuánta ocupación y preocupación para tan ansiado futuro! No me extraña que don Felipe VI –¡Viva el Rey!– haya mudado cabellos y parezca algo envejecido. La suelta de los presos independentistas –“reparadora”, según el acostumbrado cinismo cainita del señor presidente– no ha hecho sino multiplicar la desconfianza y el caos reinante. Se ha abierto la veda para que la Cataluña en rebeldía conspire a sus anchas contra España, en la libertad de la calle y, paradójicamente, generosamente subvencionada por los españoles a los que únicamente se alienta a salir adelante viviendo de las escurrajas. Ya se sabe: ¡En año malo, todos los días son largos!
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Publicidad
Sigues a Isabel Bernardo Fernández. Gestiona tus autores en Mis intereses.
Contenido guardado. Encuéntralo en tu área personal.
Reporta un error en esta noticia
Necesitas ser suscriptor para poder votar.