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Se nos acaba de morir Ana Luisa Amaral, penúltimo premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. Acaso la premiada más joven, pero no por ello menos ... merecedora de un galardón que habitualmente –con escasas excepciones-- se asocia a poetas provectos ya en la cúspide de su carrera. A Ana Luisa Amaral todavía le quedaba mucho recorrido, pero la enfermedad, perceptible en su última visita a Salamanca, truncó la fecunda trayectoria de nuestra colega portuguesa. Y digo colega porque pertenecía al gremio de la Filología Inglesa y compartíamos el estudio, la traducción y la admiración por algunas de las más egregias figuras de la literatura anglosajona.
“Escribo porque necesito escribir”. Son sus palabras, la mejor carta de presentación de cualquier poeta. Esa necesidad de escribir la llevó a ver la poesía en cada objeto, en lo cotidiano. Su vida y su obra fueron una lucha constante contra la injusticia y en favor de la solidaridad. Sus poemas se fijan en el mundo vegetal y animal, siempre en lo pequeño; por eso en Entre otras noches (2013) asegura que se queda con la migaja, con “la periferia del mirar”. También es una poesía que revela su feminismo a ultranza, porque para ella, el feminismo no es otra cosa, decía, que el respeto y la defensa de los derechos humanos. La suya es una poesía apasionada, espiritual, comprometida, “un vehículo de resistencia frente a la barbarie”, una poesía sobre la diferencia, sobre lo que a menudo se esconde entre los pliegues de la realidad, como en el caso de las migraciones contemporáneas y los muertos arrojados a las playas. Así, en “Plegaria en el Mediterráneo”, leemos “En lugar de peces, Señor, / dadnos la paz, / un mar que sea de olas inocentes...”.
El poemario What’s in a Name, evoca a Romeo y Julieta de Shakespeare. La cita como forma iterativa de la literatura es algo muy conocido por la crítica literaria, sobre todo en el Modernismo. Recordemos la frase de Gertrude Stein: “no hay repetición, solo insistencia”, así como su conocido verso “una rosa es una rosa es una rosa”, que remite igualmente a Shakespeare con su “Words, words, words” en Hamlet y su “What’s in a name?” Ella conocía bien el efecto de la repetición al que Stein alude, porque nada escapaba a la perspicacia de Ana Luisa, tan atenta tanto a las últimas corrientes de la crítica como a las mutantes sensibilidades del mundo universitario.
Amaral creyó en la fraternidad hispano-lusa, y así lo explicitó en el solemne acto de entrega del Premio en el Paraninfo de la Universidad de salamanca ante la Reina Sofía y el rector Ricardo Rivero, anfitrión del encuentro poético. Nos queda, como imperecedero recuerdo, el volumen XXX de una de las series más prestigiosas del amplio catálogo de Ediciones Universidad de Salamanca: El exceso más perfecto, a cargo de Pedro Serra.
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