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Un pregón de Semana Santa siempre es algo personal. En realidad, cualquier pregón. Esta semana Carlos García Carbayo dio su pregón en el Liceo. No ... estuve, pero lo leí y enseguida supe que ahí hablaba de más asuntos que los pasos, las imágenes y los nazarenos; que había un espacio sentimental detrás de su relato y por eso emocionaba. La Semana Santa siempre es algo personal. Uno presencia una procesión y enseguida afloran de su memoria recuerdos, desde las torrijas maternas o el cirio del desfilante de vela, a la visión de la túnica colgada y dispuesta, atemorizando como si fuese un espectro preparado para asustarte. Ya está en marcha el concurso de torrijas, que se convocó esta semana; si uno come torrijas sin que afloren recuerdos personales me preocuparía. Procesiones y torrijas son parte de la crónica sentimental.

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