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La emérita Sofía de Grecia será siempre mi primera reina. Su paso por la Historia nos deja más silencios que sonidos, aunque ha dado ... mucho que hablar, sobre todo en los últimos tiempos. Más, incluso, que el chaleco paraguayo de la reina Letizia. Esta semana estuvo en Salamanca, recién cumplidos ochenta y tres años, a entregar en el Paraninfo su premio de poesía a Ana María Amaral, coincidiendo con un especial biográfico de “Hola”, noticias relacionadas con cuentas opacas y polémica sobre el estadio de fútbol que lleva su nombre en Salamanca. Con traje de chaqueta marrón, de terciopelo, a juego con el otoño recién estrenado. Alguien le vio unas ojeras más marcadas que de costumbre, resaltadas –quizás— por la mascarilla. No me fijé. La cita literaria también coincidió con la presentación de la novela de Félix Páramo “Tango en femenino”, una historia romántica con enredos, al modo como se enredan los cuerpos y las piernas en el complicado baile argentino, que tiene en Salamanca muchos seguidores. Desde María García y Mar Lora, en Salamanca Tango, a Pablo Ruiz, Pancho Ruano, David García o Pablo González, de Tango Zero. También he escuchado grandes interpretaciones de tango al pianista salmantino Chema Corvo, siempre de noche, quizás alguna de aquel compositor llamado Fluvio Salamanca. Algo de tango tiene la biografía de la reina Sofía, como el momento actual de la banca, que esta semana apenas celebró a su patrono, San Carlos Borromeo, entre ajustes y desajustes de plantillas. Una fiesta ya sólo al alcance de jubilados. Eméritos o no.

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lagacetadesalamanca Algo de tango