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Hay pocas cosas recurrentes que sean tan opacas como el recibo de la luz. La factura llega cada mes llena de conceptos extraños, que acaban sumando la cantidad de euros que tenemos que pagar por un bien de primera necesidad. Así que la mayoría de ... los usuarios, a falta de un máster sobre términos energéticos, acaban mirando las barritas que comparan el consumo con el de los meses pasados, para ver si han gastado más o menos. El jeroglífico mensual que nos dejan en el buzón de casa, solo tiene una explicación. Las cosas solo se complican tanto, cuando el objetivo es que no nos enteremos de lo que en realidad estamos pagando.
Si usted tiene a bien ir ahora al cajón y coger uno de esos recibos, podrá encontrar algunos de los conceptos que le voy a detallar a continuación. El déficit de tarifa se lo debemos a Rodrigo Rato. Él lo creó para cumplir los objetivos de la entrada de España en el euro y con los años se ha convertido en un agujero negro, que nos seguirá lastrando durante décadas. El apartado de las renovables es gracias a Zapatero. Él fue quien quiso apostar por este tipo de energía sin afrontar un cambio de modelo. Aquello nos supone hoy una deuda de miles de millones, que también abonamos en la factura. Como no hay dos sin tres, después llegó Rajoy y se cargó lo anterior, porque las primas comprometidas a las renovables eran incompatibles con la palabra crisis y con los objetivos de déficit. Así que si usted se va al apartado peajes, sepa que ahí está abonando este bandazo político. Y así llegamos al gobierno actual, el de Sánchez, que hace solo tres meses aprobó una reforma eléctrica para fomentar el autoconsumo y rebajar un 15% la factura. Hoy, semanas después, estamos ante el recibo más caro de la historia.
Ahí no acaban los sobrecostes que desembolsamos religiosamente doce veces al año. Las empresas, como no podía ser de otra forma, también se llevan su pedazo del pastel. En el apartado del precio de la energía no solo pagamos la luz. Ahí van incluidos los llamados “beneficios caídos del cielo”, fruto de una subasta diaria, que por su estructura acaba inflando los precios en beneficio de las eléctricas.
Así que tenga usted claro, que el papel que tiene entre manos y que reúne tanto concepto ininteligible, no es más que el resumen de un cúmulo de errores políticos y el fruto de un mercado poco transparente que favorece la especulación. Por eso lo más claro de la factura es el resultado final. El precio que paga usted por encender el interruptor o por usar los electrodomésticos. Lo de arriba es fruto de los bandazos, el cortoplacismo y de nuestra dependencia energética. Y eso cuanta menos luz tenga mejor, porque no quieren que veamos con claridad todo lo que ha pasado.
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