Los caprichos del calendario han deparado que hoy, lunes de 20 de enero, me toque escribir esta columna de opinión y que sea el día más triste del año. Estábamos condenados a encontrarnos este fenómeno y yo, ya que el que firma escribe los lunes y el 'Blue Monday', como se conoce a este día, es siempre el tercer lunes del mes de enero. Algunos especialistas hablan de que es el día del calendario en el que las personas se sienten más deprimidas, pesimistas y con un alto nivel de incertidumbre.

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Yo deprimido creo que no estoy, pero soy pesimista de cara al futuro y tengo un alto nivel de incertidumbre. Y no es que sea víctima del 'Blue Monday', sino que lees las noticias o hablas con cualquiera te queda esa sensación de a dónde vamos a llegar.

La base científica de este día no es que sea lo más fiable posible. Hay una fórmula más o menos argumentada, pero el resumen es que el ciudadano tiene resaca emocional de Navidad, acumula deudas por los excesos navideños y el tiempo es una mierda con frío y con el sol de vacaciones tapado por las nubes.

Sea verdad o no, lo que desprende la sociedad actual es que no va a ser solo este lunes cuesta arriba, sino que todo el año 2025. Los más optimistas verán senderos de futuro llenos de esperanza, pero yo lo que visualizo es que la economía de este país no arranca (la izquierda y generar riqueza siempre han sido polos opuestos), la desconfianza en el Gobierno ya se ha convertido en pasotismo del ciudadano, estamos vacunados contra la corrupción por lo cotidiana que es, los jóvenes se ahogan para comprar una casa o pagar el alquiler, los de edad intermedia vemos que la hucha de las pensiones cuando lleguemos estará reventada a martillazos y los mayores hacen lo que pueden para combatir la soledad (otra epidemia) con su pensión.

Y en Salamanca toda esta sensación va a más, debido a que el Gobierno de Pedro Sánchez pasa olímpicamente de la provincia. Todas las noticias que llegan de inversiones y de presupuestos para proyectos en suelo salmantino son para explicar que se retrasan, se posponen, se prorrogan o que se meten en el cajón de nunca jamás. Yo me imagino el despacho de Pedro Sánchez en La Moncloa con un mapa de España con colores azul y rojo, con las excepciones de Cataluña y País Vasco, donde ahí pone un cartel que reza «Lo que ellos pidan».

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En Castilla y León está todo azul por el PP, al igual que en la provincia de Salamanca y entonces comienza el abandono. ¿Qué entra una posibilidad de un proyecto europeo de lo que sea? pues se instala en una zona con mayoría socialista. El PSOE en Ferraz da por perdidas provincias como Salamanca, donde el predominio del Partido Popular es hegemónico, y entonces impone la ley seca en inversiones y en cualquier tipo de proyecto que genere esperanza. Al enemigo ni agua, aunque haya que sacrificar a los votantes salmantinos que depositaron su confianza en el gran Pedro Sánchez. Los caminos del progresismo son inescrutables.

Con este escenario, lo único que queda es afrontar el periodo que esté el Sanchismo en vigor como hay que asimilar los lunes: pensando que ya llegará el viernes. Pues eso es lo que hay que visualizar, que algún día se acabará esta pesadilla y viviremos en un viernes constante. No sé cuándo sucederá, pero no hay que parar nunca de soñar.

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