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A unas horas de celebrar a San Martín de Tours envueltos en su capa, se ha presentado el calendario de matanzas. Ya sabe que a ... cada cerdo le llega su San Martín. Vuelven las matanzas provinciales –la presentación la ha hecho el diputado de Turismo, Javier García—en pleno debate animalista. Ahí lo dejo. Las matanzas eran tiempo atrás la esperanza alimenticia de una familia, lo que explica que toda bendición fuese poca y se echase mano de protecciones ortodoxas (San Antón) y otras que no lo eran tanto. Toda capa era pequeña para ese cerdo criado con mimo. Despensa viva. Hoy, las matanzas son una fiesta turística salvo que llegue ese apocalipsis y tengamos que recurrir a ellas como un elemento de supervivencia, como los infiernillos. Una fiesta que reúne a los del pueblo y las familias a recordar y mantener los afectos, además de atraer a forasteros a ver qué es eso de la matanza y que los niños sepan de dónde sale el salchichón que tanto les gusta. Esto de la matanza turística lo conocen muy bien Tito Robledo, hostelero serrano, y los promotores de la Matanza de Guijuelo, como Jesús Merino o Bernardino Rodilla, y no digamos ya el gran Faustino Prieto, inolvidable. También la imagen junto al fuego matancero del poeta Pepe Ledesma con su gorra marinera y envuelto en su pañosa bejarana, como está en San Polo, hecho bronce de Fernando Mayoral. Rafael Farina también lleva capa, prenda imprescindible en el otoño-invierno salmantino, de obligada factura a mano: Raúl Rodríguez, José Luis Iglesias, Alicio Vicente... Hay sastres y espero que todavía queden capistas que acudan a la llamada de su patrono, San Martín, en su iglesia del Corrillo, en cuya puerta se encuentra partiendo su capa con un pobre y así se le representa, además, en una pintura de la Catedral Vieja, antes de entrar en su capilla, también llamada del Aceite. Antes que la Plaza Mayor estuvo la inmensa Plaza de San Martín. Y la Mariseca –ausente esta feria—fue la campana seca, muda, de San Martín. La que marcaba los tiempos y daba los avisos. Imagínela llamando a vacunarse en estos tiempos. San Martín es mucho santo. De siempre.

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