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MENUDO escándalo lo del agua. Ha caído tanta que no sabemos qué hacer con ella. Santa Teresa ha abierto compuertas y el Puente Romano lo ... ha notado, aunque no tanto como en las riadas de entonces, de las que siempre, como la de San Policarpo, que se llevó por delante en 1626 a 452 casas, además de varios conventos, según Villar y Macías. A partir de entonces, el que podía se metía dentro de las murallas, cubriéndose todo lo que podía del chaparrón. Aquello sí que era, a la menor se anegaba el Arrabal y había que rescatar a vecinos con barcas como relató la prensa en su momento y dan testimonio las fotografías correspondientes. Por su parte, la vega salmantina se inundaba y era tremendo porque el agua llamaba las puertas de la ciudad, aunque también enriquecía la tierra. Hay imágenes de la Salamanca de entonces en las que detrás del monasterio de los mostenses, hoy noviciado de las Jesuitinas, solo se ven huertas que abastecían el mercado. Así era la vega, que llegaba hasta la misma Aldehuela. El remate a la Cuesta de los Locos, al final de Canalejas, donde la fábrica de los Brufau, se llamaba el Espolón, como si se tratase de un rompeolas. En alguna de aquellas crecidas anteriores a la construcción del pantano de Santa Teresa, inaugurado en 1960, el agua anegó la casa de máquinas que impulsaban el agua al depósito de Cuatro Caminos por el Camino de las Aguas, de ahí el nombre, y el susto fue gordísimo.

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