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EL presidente de la Junta tiene sobrados motivos para adelantar las elecciones en Castilla y León, a la vista de las diferencias que le separan ... de la parte ‘naranja’ del Ejecutivo regional y ante la más que probable moción de censura liderada por segunda vez por el socialista Luis Tudanca.
La información de que dispone Alfonso Fernández Mañueco sobre los movimientos de líderes de Cs para pactar por su cuenta los presupuestos de la Comunidad con el representante de Por Ávila y el continuo movimiento de los socialistas a la búsqueda de tránsfugas en las filas naranjas confirman la pérdida de la estabilidad y del apoyo parlamentario de la actual Junta y el riesgo inminente de una moción de censura.
El PP de Castilla y León tenía conocimiento de al menos dos reuniones en la sombra de sus compañeros de coalición para llegar a acuerdos con la formación abulense, una en septiembre y la otra hace una semana, encuentros ocultos que confirman el carácter desleal de Cs. Finalmente, las exigencias de Por Ávila eran también aceptadas por el PSOE de Tudanca, haciendo saltar todas las alarmas en el PP.
A esas maquinaciones, que podrían desembocar en la segunda moción de esta legislatura, hay que sumar los frecuentes y graves desencuentros del presidente con los consejeros de Ciudadanos. La coalición entre ambos partidos no ha acabado de funcionar correctamente a lo largo de estos dos años y medio de legislatura, entre otros motivos porque tanto Igea como Casado y sus compañeros han actuado en muchos momentos como si sus departamentos les pertenecieran en exclusiva y no tuvieran que dar cuenta de nada al presidente de la Junta ni coordinarse con el resto de consejerías.
Especialmente grave fue la presentación en septiembre pasado de la reforma de la sanidad rural por cuenta y riesgo de la consejera Casado, propuesta que fue tumbada en las Cortes con el voto contrario de los procuradores del PP. Fue un lamentable espectáculo de descoordinación y deslealtad, además de una prueba de las insalvables diferencias entre dos modelos de gestión solapados en un mismo Gobierno regional.
La pasada semana se vivió otro episodio del rosario de provocaciones de la consejera de Sanidad, que, escoltada por Igea, convocaba al Comité de Expertos para frenar el avance de los contagios con nuevas restricciones. Todo ello de espaldas y, casi con toda seguridad, contra la estrategia marcada por ‘su’ presidente.
Con estos antecedentes, Mañueco reaccionó ayer convocando elecciones para febrero, convencido de que un Gobierno ‘frankenstein’ del PSOE con Unidas Podemos, más los separatistas de UPL, los localistas de Por Ávila, y la tránsfuga de Ciudadanos, más otros desertores de la formación naranja que se les pudieran unir, resultaría nefasto para los intereses de la Comunidad.
Las encuestas realizadas en el último año confirman la tendencia a la baja del PSOE, que recordemos ganó los últimos comicios, el notable avance de los populares y la práctica desaparición de Ciudadanos, cuyos votos se los repartirían Vox y el PP. La clave de las elecciones, según esos sondeos, estaría en saber si Mañueco alcanza la mayoría absoluta de 41 procuradores o se queda en una horquilla de 34 a 40, con lo que necesitaría de los votos de la formación de Santiago Abascal.
La primera opción ofrecería una Junta fuertemente cohesionada, y la segunda podría gustar más o menos en el PP, pero desde luego sería mucho más fiable que la actual coalición con un socio incapaz de mantener la disciplina interna y con fuerte tendencia a la deslealtad.
El momento de la convocatoria de elecciones viene por tanto obligado por las maniobras de Cs, y no puede decirse que sea especialmente negativo para los castellanos y leoneses por el hecho de hallarse inmersos en la sexta ola de la pandemia, porque olas no ha dejado de haber desde hace casi dos años y lo mejor para enfrentarse a ellas es un mando sanitario coordinado con la política general de la Junta como tendremos al menos de aquí a febrero, tras la sustitución de Verónica Casado por Alejandro Vázquez. En contra de lo que aseguraba ayer Igea, su marcha y la de Casado no provocará el caos sino al contrario: traerá una línea más coherente a la sanidad regional, cuyos resultados desde marzo de 2020 no pueden calificarse de brillantes, ni mucho menos.
Lo cierto es que a los castellanos y leoneses les interesa una Junta sólida y cohesionada para abordar los importantes retos a los que se enfrentará la región en los próximos años, desde la lucha contra la pandemia a la aplicación de los fondos europeos, la PAC o la reforma de la sanidad.
Esa estabilidad se puede conseguir a través de las elecciones autonómicas y Mañueco confía en que así sea, aunque nada es seguro y el presidente se juega en febrero su continuidad al frente del Ejecutivo y su futuro como líder del partido en la Comunidad. Ahora los castellanos y leoneses tienen la palabra.
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